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Reyes2

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Sagrada Biblia 2 Reyes Digitalizado por http://www.librodot.com Librodot Sagrada Biblia – 2 Reyes Anónimo 2 Comment: INTRODUCCION El segundo libro de los Reyes sigue contemplando la decadencia Progresiva de los dos reinos del norte y del sur, Israel y Judá. Sería un error, sin embargo, pensar que la nación prosperó, al comienzo, porque tenían reyes buenos y justos, David y Salomón, y que, después, los malos reyes lo echaron todo a perder; o que el pueblo judío que fue arruinado por los caldeos era más pecador que los contemporáneos de David. Al leer atentamente, nos damos cuenta que el autor del libro no juzga con la misma severidad a los próceres del reino y a sus sucesores. ¿Acaso Jeroboan II, que restableció un Israel próspero e independiente y le aseguró cuarenta años de paz, era inferior a Salomón? ¿Acaso era menos creyente? Sin embargo, el primer libro de los Reyes se complace en describir el lujo y la grandeza de Salomón, cosas muy materiales en definitiva, mientras que el, segundo no dedica más que un párrafo a Jeroboam II,como si el hecho de tener otro templo que el de Jerusalén condenara a priori toda su obra. Se debe ver en esto la pedagogía de Dios que, al comienzo, entusiasma a su pueblo con la posibilidad de conquistar independencia y prosperidad, y porque estos hombres están en el momento historico ... [1] Comment: El fin de Elías es un último testimonio al Dios que vive y que da vida al hombre. Elías, el profeta solitario, parece vivir en las alturas, lejos de la corrupción de los hombres. Por eso Dios no deja que muera como los demás. Al varón de Dios no se le recordará como un muerto; nada, ni siquiera la muerte, puede vencer al que ardió de amor celoso por Yavé, su Dios, y que peleó por él solo. Elías subió al cielo en un remolino. Cuando el libro dice que Elías fue arrebatado al cielo, no hay que insistir sobre esta imagen “subir” (lo mismo que para la Ascensión de Jesús). La gente de ese tiempo creía que Dios vive en las alturas. Y Dios, que habla a la gente de cada siglo según sus ideas, quiso que Elías desapareciera visiblemente, como llevado al cielo. Padre mío, carro de Israel y sus caballerías. La exclamación de Eliseo se explica por el pasdo de Israel. Frente a sus adversarios cananeos que tenían carros de guerra y caballos, los israelitas, mal equipados, ponían su confianza en Yavé, que era la única fuerza de los suyos y, para ellos, hacía las veces de carro sy caballerías. Eliseo ve desaparecer al que era símbolo vivo de la presencia ... y la [2] 2 Reyes+ 1,1 1,2 Después de la muerte de Ajab, Moab se rebeló contra Israel. En Samaria, Ocozías se cayó por la ventana de su habitación del segundo piso y quedó maltrecho. Envió mensajeros, a los que había encomendado lo siguiente: «Vayan a consultar a Baalzebub, dios de Acarón, para saber si sobreviviré a este accidente.» Entonces un ángel de Yavé dijo a Elías, del pueblo de Tisbé. «Levántate y sube al encuentro de los mensajeros del rey de Samaria y diles: ¿Por qué van ustedes a consultar a Baalzebub, dios de Acarón? ¿Será porque no hay Dios en Israel? Escuchen, pues, esta palabra de Yavé: De la cama donde te acostaste no te levantarás, sino que ahí morirás.» Y Elías se fue. Los mensajeros regresaron donde Ocozías y éste les dijo: «¿Cómo es que han vuelto tan rápido?» Le respondieron: «Nos salió al paso un hombre que nos dijo: Vuelvan al rey que los envió y díganle de parte de Yavé: ¿Por qué envías a consultar a Baalzebub, dios de Acarón? ¿Será porque no hay Dios en Israel? Por eso, de la cama donde te acostaste no te levantarás, sino que ahí morirás.» El rey les preguntó: «¿Qué aspecto tenía el hombre que les salió al paso y les dijo estas palabras? Ellos le respondieron: «El hombre iba vestido con un manto de pelo y con una faja de piel ceñida a su cintura.» El rey dijo: «Es Elías, del pueblo de Tisbé.» Ocozías envió un jefe de cincuenta que subió con' sus cincuenta hombres para buscarlo. Elías estaba sentado en la cumbre del cerro. El jefe le dijo: «Hombre de Dios, el rey manda que bajes.» Respondió Elías al jefe de los cincuenta hombres: «Si soy hombre de Dios, que baje fuego del cielo y te devore a ti y a tus hombres.» Bajó fuego del cielo y los devoró a todos. El rey volvió a mandarle otro jefe de cincuenta que subió con sus cincuenta hombres y le dijo: «Hombre de Dios, el rey dice que te apresures a bajar.» Respondió Elías: «Si soy hombre de Dios, que baje el fuego del cielo y te devore a ti y a tus hombres.» Bajó fuego del cielo y los devoró a todos. Volvió el rey a enviarle un tercer jefe con cincuenta hombres. Este, al llegar, cayó de rodillas ante Elías y le dirigió estas palabras. «Hombre de Dios, te ruego que me perdones, así como a mis cincuenta hombres; todos somos siervos tuyos. Ya sé que bajó dos veces fuego del cielo y ha consumido a los cincuenta hombres con sus jefes. Ahora, pues, dígnate perdonarme la vida.» Entonces el ángel de Yavé dijo a Elías: «Baja con él y no lo temas.» Se levantó; pues, y bajó con-él donde el rey, al que dijo: «Escucha esta palabra de Yavé: Porque enviaste mensajeros para consultar a Baalzebub, dios de Acarón, por. eso de la cama donde te acostaste no te levantarás; ahí morirás.» Murió en efecto, según lo había dicho Yavé por boca de Elías y, debido a que no tenía hijos, su hermano Joram reinó en su lugar, en el año segun2do de Joram, hijo de Josafat, rey de Judá. Lo demás referente a Ocozías, lo que hizo, está escrito en el libro de las Crónicas de los reyes de Israel. 1,3 1,4 1,5 1,6 1,7 1,8 1,9 1,10 1,11 1,12 1,13 1,14 1,15 1,16 1,17 1,18 Elías es llevado al cielo 2,1 2,2 2,3 Yavé se llevó a Elías al cielo en un remolino. Así sucedió: Elías y Eliseo habían salido de Guilgal Y Elías dijo a Eliseo: «Quédate aquí, te ruego, porque Yavé me manda a Betel.» Eliseo contestó: «Juro por Yavé y por tu vida que no te dejaré.» Y bajaron juntos a Betel. Salieron los hermanos profetas que había en Betel a recibir a Eliseo, diciéndole: «¿No sabes que Yavé: se llevará hoy a tu señor por encima de tu cabeza?» Y les contestó: «Yo también lo sé. Cállense.» Elías dijo a Eliseo: «Quédate aquí, te ruego, porque Yavé me manda a Jericó.» Eliseo contestó: «Juro por Yavé y por tu vida que no te dejaré»; y siguieron de viaje a Jericó. Se acercaron a Eliseo los hermanos profetas que había en Jericó y dijeron: «¿No sabes que Yavé se llevará hoy a tu señor?» Eliseo respondió: «Yo también lo sé. Cállense.» 2 + 2,4 2,5 Librodot Librodot 2,6 2,7 2,8 2,9 2,10 2,11 2,12 2,13 2,14 2,15 2,16 Sagrada Biblia – 2 Reyes Anónimo 3 2,17 2,18 2,19 2,20 2,21 2,22 2,23 2,24 2,25 3,1 3,2 3,3 Elías dijo a Eliseo: «Quédate aquí, te ruego, porque Yavé me envía al Jordán.» Pero él contestó: «Juro por Yavé y por tu vida que no te dejaré.» Y siguieron su camino. Cincuenta hermanos profetas de Jericó los acompañaron a cierta distancia. Mientras tanto, Elías y Eliseo se detenían a orillas del Jordán. Tomó entonces Elías su manto, lo enrolló y golpeó las aguas, que se apartaron por ambos lados, y atravesaron en seco por medio del río. Cuando lo pasaron, dijo Elías a Eliseo: «Voy a ser llevado lejos de ti. Pídeme antes lo que quieras que haga por ti.» Eliseo dijo: «Haz que tenga lo mejor de tu espíritu.» Elías dijo: «Pides una cosa difícil, pero, si alcanzas a verme cuando sea llevado lejos de ti lo tendrás. Si no, no lo tendrás.» Mientras caminaban, conversando, un carro de fuego con caballos de fuego se colocó entre ellos, y Elías subió al cielo en un remolino. Eliseo lo vio alejarse y clamaba: «¡Padre, padre mío, carro de Israel y su caballería!» Eliseo no lo vio más. Tomó sus vestidos y los desgarró. Después recogió el manto que se le había caído a Elías .y volvió a la orilla del Jordán. Ahí golpeó las aguas con el manto, diciendo: «¿Dónde esta Yavé, el Dios de Elías?» Y, como golpeara las aguas, ellas se dividieron y pasó Eliseo. Del otro lado lo vieron los hermanos profetas de Jericó y dijeron: «El espíritu de Elías reposa sobre Eliseo.» Le salieron al encuentro, se arrodillaron ante él y le dijeron: «Aquí hay entre nosotros cincuenta hombres valientes. Deja que vayan en busca de Elías, no sea que el espíritu de Yavé lo haya dejado en alguna montaña o valle:» El les dijo: «No manden a nadie.» lnsistieron tanto, que Eliseo los dejó ir. Mandaron cincuenta hombres que buscaron a Elías durante tres días, sin encontrarlo. Cuando volvieron a donde Eliseo, que se había quedado en Jericó, éste comentó: «¿No les dije que no fueran?» + Los hombres de la ciudad dijeron a Eliseo: «La ubicación de esta ciudad es buena, como mi señor puede ver, pero las aguas son malas, y por eso el lugar es muy insalubre:» El les dijo: «Tráiganme una olla nueva y pongan sal en ella.» Se la trajeron. Eliseo fue al manantial de las aguas y arrojó en ellas la sal con estas palabras: «Así dice Yavé: Yo he sanado estas aguas; de aquí no saldrá más muerte o enfermedad.» Y las aguas quedaron sanas hasta el día de hoy, conforme a lo dicho por Eliseo. De allí subió a Betel. Iba subiendo por el camino cuando unos niños pequeños salieron de la ciudad y se burlaban de él, diciendo: «¡Sube, pelado! ¡Sube, pelado!» El se dio vuelta, los vio y los maldijo en nombre de Yavé. Salieron dos osas del bosque y destrozaron a cuarenta y dos de ellos. De allí Eliseo partió para el monte Carmelo, y regresó a Samaria. Joram, hijo de Ajab, comenzó a reinar sobre Israel, en Samaria, el ano dieciocho de Josafat, rey de Judá, y reinó doce años. Se portó mal con Yavé, pero no tanto como su padre y su madre, ya que retiró la estatua de Baal que su padre había levantado. Tan sólo que cometió los mismos pecados que Jeroboam, hijo de Nabat, que hizo pecar a Israel, y no se apartó de ellos. Comment: Entre todos los personajes de la Biblia, Eliseo aparece como el hombre dotado del don de hacer milagros, pero no por eso es considerado más grande. Vive en medio de los «hijos de los profetas»; esta expresión dice lo mismo que ahora hermanos profetas. Son hombres pobres, de una fe algo fanática, que viven en comunidades religiosas con sus esposas e hijos. Ellos ayudarán a Eliseo en su misión. Eliseo recibe el espíritu de Elías y continúa su misión. En los capítulos que vienen a continuación se relatan varios de sus milagros. A lo mejor, algunos fueron ampliados o deformados por la tradición, con el fin de dar una lección (por ejemplo, el de los cuarenta y dos niños). Expedición de 1srae1 y Judá contra Moab 3,4 3,5 3,6 3,7 Mesa, rey de Moab, tenía rebaños de ovejas y pagaba al rey de Israel cien mil corderos y cien mil carneros con su lana, Pero a la muerte de Ajab, el rey de Moab se rebeló- contra el de Israel. Aquel día, salió el rey Joram de Samaria y pasó revista a todo Israel. También mandó a decir a Josafat, rey de Judá: «El rey de Moab se ha rebelado contra mí, ¿quieres venir conmigo a pelear contra Moab?» Josafat le respondió: «Iré contigo, pues yo y tú somos uno solo; mis hombres y mis caballos están a tu disposición.» Y pregunto: «¿Por qué camino subiremos?» Joram le respondió: «Por el camino del desierto de Edom.» Estuvieron el rey de Israel, el de Judá y el de Edom dando la vuelta durante siete días, y faltó el agua para los soldados y para los animales de carga que los seguían. Entonces el rey de Israel dijo: «Yavé nos ha reunido a estos tres reyes para entregamos en manos de Moab.» 3 3,8 3,9 3,10 Librodot Librodot 3,11 Sagrada Biblia – 2 Reyes Anónimo 4 3,12 3,13 3,14 3,15 3,16 3,17 3,18 3,19 3,20 3,21 3,22 3,23 3,24 3,25 3,26 3,27 Entonces Josafat te preguntó: «¿No hay aquí algún profeta de Yavé para que consultemos a Yavé por su intermedio?» Uno de los servidores del rey de Israel dijo: «Está aquí Eliseo, hijo de Safat, el que echaba el agua en manos de Elías.» Y Josafat estuvo de acuerdo: «A él, sin duda, le llega la Palabra de Dios.» Así, pues, el rey de Israel el rey de Edom y Josafat bajaron donde Eliseo. Eliseo dijo al rey de Israel «¿Qué tengo que ver yo contigo? Vete a los profetas de tu padre y a los de tu madre.» Pues el rey de Israel le preguntaba: «¿Acaso Yavé nos ha reunido a los tres para entregarnos en manos de Moab?» Y añadió Eliseo: «Por Yavé de los Ejércitos, a. quien sirvo, que si tuviera delante a Josafat, rey de Judá, no te atendería ni te miraría más. Ahora tráiganme alguien que toque el, arpa.» En cuanto tocó el músico, la mano de Yavé fue sobre Eliseo, quien dijo: «Así habla Yavé: Hagan en este valle zanjas y más zanjas; pues así habla Yavé: Ustedes no verán viento ni lluvia, pero el valle se llenará de agua. Beberán ustedes, sus tropas y su ganado. Y esto todavía es poco para Yavé, pues él entregará a Moab en manos de ustedes. Se apoderarán de todas las ciudades fortificadas, cortarán todo árbol frutal, taparán todos los manantiales y echarán piedras en todo campo arado.» Por la mañana, a la hora en que se ofrece el sacrificio, el agua vino del camino de Edom y todo el campo se empapó de agua. En cuanto a los moabitas, al saber que los reyes venían a atacarlos, reunieron a todos los hombres en edad de manejar la espada y se apostaron en la frontera. Cuando se despertaron por la mañana y vieron brillar el sol sobre las aguas, éstas les parecieron desde lejos como si fueran sangre. y los moabitas se dijeron: «Miren la sangre; seguramente los reyes se han vuelto uno contra otro y se han matado entre ellos. ¡Vamos, pues, a recoger el botín!» Pero cuando llegaron al campo de los israelitas, éstos les hicieron frente y derrotaron a los moabitas, que huyeron delante de ellos. Los Israelitas entraron en Moab persiguiéndolos. Luego devastaron sus ciudades y cada uno echó piedra en las tierras fértiles, hasta cubrirlas. Taparon tos manantiales y talaron los árboles frutales. A los habitantes de Quir Aroset no les dejaron más que sus piedras. Pero los honderos la rodearon y comenzaron a castigarla. Al ver el rey de Moab que lo superaban sus enemigos, reunió setecientos guerreros e intentó romper el cerco frente al rey de Edom. Pero no lo lograron. Entonces tomó a su hijo primogénito, que debía sucederle como rey, y lo sacrificó por el fuego sobre la muralla. Los israelitas fueron presa de gran susto; se retiraron de allí y volvieron a su país. Comment: Empieza aquí una serie de milagros de Eliseo. Muchos se parecen a los del Evangelio. Sin embargo, es bueno mirar de cerca, para descubrir en qué se diferencian. Los milagros siempre nos enseñan algo sobre Dios. Los que obra Eliseo demuestran que Yavé le ha confiado su Poder como a un mayordomo, encargado de dispensar a los débiles la ayuda de Dios. En cambio, los milagros del Evangelio nos invitan a ver en la persona de Jesús a Dios mismo hecho hombre y venido a los hombres. Se equivocan, pues, algunos creyentes cuando se conforman con ver en Jesús a quien tiene poder de Dios para sanar: con esto Jesús no sería más que Eliseo. Eliseo y el milagro del aceite 4,1 Una de las mujeres de los hermanos profetas llamó a Eliseo, diciendo: «Mi marido ha muerto, y tú sabes que él temía a Dios. Pero el hombre a quien debíamos ha venido a cobrar su deuda y, como no pudimos pagar, quiere tomar a mis dos hijos por esclavos.» Eliseo dijo: ¿Qué puedo hacer por ti? Dime lo que tienes en tu casa.». Ella respondió: «No tengo absolutamente nada más que un poco de aceite para el aseo.» Eliseo le dio: «Ve, y pide a tus vecinos vasijas vacías. Trae todas las que puedas. Luego entra a la casa con tus hijos y cierra la puerta. Ustedes tomarán la vasija en la cual tienes un poco de aceite, y echarás en las que te han prestado. Y a medida que se vayan llenando, las pondrás aparte.» La mujer se fue y se encerró en su casa con sus hijos. Ellos le pasaban las vasijas y ella las llenaba. Cuando estuvieron todas llenas, ella dijo a su hijo: «Tráeme otra vasija.» Él respondió: «Ya no hay más.» Y se detuvo el aceite. Entonces ella se lo fue a decir al hombre de Dios. Este le dijo: «Anda a vender el aceite para pagar tus deudas y, con el dinero que sobre, podrás vivir tú y tus hijos.» + 4,2 4,3 4,4 4,5 4,6 4,7 Eliseo resucita a un muerto 4,8 4,9 + Un día que Eliseo pasaba por Sunem, una dama lo invitó a comer. Y después, siempre que viajaba a ese pueblo iba a esa casa a comer. La dama dijo entonces a su marido: «Mira, este hombre que siempre pasa por nuestra casa, es un santo varón de Dios. Comment: Se juntan aquí todos los elementos de la tragedia humana: esperanza, vida feliz, muerte, corazón angustiado de la madre que no se resigna a la muerte del hijo de sus entrañas, llamada desesperada al hombre de Dios. Se debe profundizar la resurrección tan conmovedora que obra Eliseo: boca con boca, ojos con ojos, mano en la mano, para comunicar su calor y restituir la vida. Es una imagen excepcionalmente concreta de lo que realiza Cristo en nosotros, cuando nos «resucita» y nos llena de vida por su contactó íntimo. Como decía San Patricio, lleno de entusiasmo, en sus correrías misioneras: «Cristo delante de mí, Cristo detrás de mí, Cristo a mi izquierda, Cristo a mi derecha, Cristo en mí, Cristo sobre mí.» Este relato, muy semejante al de 1 Reyes 17,17, parece que sirvió de modelo para redactar la resurrección conseguida por la oración de Elías. 4 Librodot Librodot 4,10 4,11 4,12 4,13 4,14 4,15 4,16 4,17 4,18 4,19 4,20 4,21 4,22 4,23 4,24 4,25 4,26 4,27 Sagrada Biblia – 2 Reyes Anónimo 5 4,28 4,29 4,30 4,31 4,32 4,33 4,34 4,35 4,36 4,37 4,38 4,39 4,40 4,41 Si quieres le hacemos una pequeña habitación en la terraza, y ponemos en ella una cama, una silla y una lámpara. De esta manera, cuando venga a nosotros, podrá quedarse y descansar.» Un día pasó Eliseo. Se fue a la habitación de la terraza y se acostó. Luego dijo a Guejazí, su muchacho: «Llama a la dueña de la casa.» Vino ella a la llamada y se detuvo ante Eliseo, quien le dijo: «Por todo lo que te molestas por nosotros, ¿qué podemos hacer por ti?, ¿quieres que hable por ti al rey o al jefe del ejército?» Ella respondió: «No me falta nada en este pueblo.» Eliseo dijo entonces a Guejazí: «¿Qué podemos hacer por ella?». Respondió el muchacho: «Ella no tiene hijos y su marido ya es viejo.» Eliseo, pues, le dijo: «Llámala.» La llamó el muchacho y la dama se paró en la puerta. Eliseo dijo: «El año próximo, por este tiempo, tendrás un hijo en brazos.» Ella le contestó: «No, mi señor, hombre de Dios, no engañes a tu servidora.» Sin embargo, la mujer dio a luz un hijo, justo en el tiempo que le había dicho Eliseo. Creció el niño. Un día fue a ver a su padre, que estaba con los segadores, y tuvo un dolor de cabeza muy fuerte. El padre ordenó a un muchacho: «Llévaselo a su madre.» Este lo tomó y lo llevó á la madre. La madre lo tuvo sobre sus rodillas hasta el mediodía, y murió. Entonces la madre subió y lo acostó sobre la cama de Eliseo. Cerró la puerta y salió. Luego llamó a su marido diciéndole: «Mándame una burra y uno de los muchachos. Voy a salir donde el hombre de Dios y vuelvo.» El preguntó: «¿Por qué vas donde él? No es la luna nueva, ni sábado.» Pero ella dijo: «No te preocupes.» Hizo aparejar la burra, diciéndole a su criado: «Guíame y no te detengas sin que yo te diga.» Llegó al monte Carmelo, donde el hombre de Dios. Eliseo la vio de lejos y dijo a su muchacho: «Ahí viene nuestra sunamita. Así que corre a su encuentro y pregúntale: ¿Tú estás bien? ¿Tú marido está bien? ¿El niño está bien?» Ella respondió: «Bien.» Llegó hasta el hombre de Dios y se abrazó a sus pies. Entonces se acercó Guejazí para separarla, pero el hombre de Dios le dijo: «Déjala, porque su alma está amargada y Yavé no me lo hizo saber ni me ha revelado el motivo de su pena.» Ella dijo: «¿Acaso te había pedido un hijo? ¿Por qué me has engañado?» Eliseo dijo a Guejazí: «Prepárate, toma mi bastón y vete. Si te encuentras con alguien, no te detengas a saludarlo, y si alguien. te saluda, no le respondas. Y apenas llegues pondrás mi bastón sobre la cara del niño.» Pero la madre del niño dijo: «Juro por Yavé y por tu vida que no te dejaré.» Entonces Eliseo se levantó y fue tras ella. Guejazí había ido adelante y había puesto sobre la cara del niño el bastón, pero el niño no dio señales de vida, de modo que volvió donde ellos y dijo: «El niño no se despierta.» Cuando llegó Eliseo a la casa, el niño muerto estaba acostado en su cama. Eliseo entró y cerró la puerta tras de sí, y oró a Yavé. Luego se acostó sobre el niño, puso su boca sobre la boca del niño, sus ojos, sobre sus ojos, sus manos sobre sus manos, y el calor volvió al cuerpo del niño. Eliseo se puso a caminar por la casa, de un lado a otro. Luego volvió a acostarse sobre el niño hasta siete veces, y el niño estornudó y abrió sus ojos. Eliseo entonces llamó a Guejazí y le dijo: «Llama a la dama:» Y, cuando llegó, Eliseo le dijo: «Toma tu hijo.» Ella se postró a sus pies y luego salió, llevándose al hijo. Eliseo volvió a Guilgal. Había gran escasez de alimentos en la región y, cuando los hermanos profetas vinieron a sentarse junto a Eliseo, dijo a su muchacho: «Toma la olla grande y prepara un caldo para los hermanos profetas.» Uno de ellos salió al campo para recoger verduras; halló una planta silvestre y tomó de ella frutas venenosas hasta llenar su capa. Cuando estuvo de vuelta las cortó en pedazos en la olla donde se preparaba el caldo, pues no sabía lo que era. Luego sirvieron a la gente. Pero en cuanto probaron la sopa, gritaron: «Hombre de Dios, es puro veneno», y no pudieron comer más. Entonces Eliseo dijo: «Tráiganme harina.» Y la echó a la olla. Luego dijo: «Sirve a esa gente y que coman.» Ya no había nada malo en la olla. Eliseo multiplica el pan 5 Librodot Librodot 4,42 + Sagrada Biblia – 2 Reyes Anónimo 6 Comment: Habrá que comparar esta multiplicación del pan con las dos multiplicaciones que obró Jesús; están relatadas de manera bien parecida y, sin embargo, tienen significación diferente (ver especialmente Juan 6). Comment: La curación de Naamán ocupa un lugar especial entre los milagros de Eliseo. Fácilmente descubrimos en ella como una figuración anticipada del Bautismo, que nos purifica del pecado. Naamán, por general y famoso que sea, no puede nada contra la lepra. Quiere renovarse, dejando su piel contaminada, y se le ofrece una esperanza: en Israel se producen tales milagros. La muchachita dijo a su patrona. Todo empieza con la palabra de una muchachita, sirvienta de Naamán. Del mismo modo, cualquier creyente en el tiempo actual tiene muchas oportunidades para decir la palabra o hacer el gesto pequeño del cual resultará mucho bien y para orientar hacia «Israel», la Iglesia, al que busca remedio. La Buena Nueva no se comunica y difunde solamente por obra de grandes, apóstoles. Naamán es del país de Aram, enemigo de Israel. Sin embargo, viene recomendado por su rey. Su enfermedad los lleva al uno y al otro a que superen las rivalidades de pueblos. En el Evangelio (Lc 4,27), Jesús señala la curación de este extranjero con preferencia a todos los leprosos de Israel, como una prueba de que Dios se interesa por todos y no solamente por los que son oficialmente sus fieles. Eliseo mandó a un mensajero. Ante el profeta, el generalísimo no es más que cualquier hombre. No hay privilegios para él, ni atención especial en consulta privada. Ya que no bajó de su carro, tampoco se anticipará Eliseo a saludado. Ve y lávate. Naamán esperaba algo como «mágico»: gestos o palabras cargados de poder divino. Su curación. vendrá sin embargo del simple contacto con las aguas que corren en la tierra de Dios. Israel es una nación muy pequeña, pero tiene escondidas las riquezas del Señor. Si el profeta te hubiera pedido algo difícil, ¿no lo habrías hecho? La gente espera maravillas: él pide la simple obediencia a una palabra. Jesús procederá en igual forma (Juan 4,46). Lo importante no es hacer cosas sacrificadas, sino lo que Dios pide. Muchas veces, pasamos al lado de su Reino porque queremos realizar grandes esfuerzos, en vez de hacer las cosas sencillas que él pide. La curación es gratuita. El tesoro ... [3] 4,43 4,44 Llegó de Baalsalisa un hombre que traía al hombre de Dios pan y trigo. Eran los primeros veinte panes hechos con cebada de la última cosecha. Eliseo le dijo. «Da los panes a estas personas para que coman.» Su servidor le dijo: «¿Cómo voy a repartir estos panes entre cien hombres?» «Dáselos a la gente para que coma -insistió Eliseo- porque así dice Yavé: Comerán todos y sobrará.» El hombre entonces se los presentó; ellos comieron y dejaron sobras, como Yavé había dicho. Eliseo sana a Naamán 5,1 + Naamán era el jefe del ejército del rey de Aram. Este hombre era muy estimado. Gozaba del favor del rey porque Yavé se había valido de él para conducir a la victoria el ejército de los arameos. Pero este valiente estaba enfermo de lepra. Un día, unos soldados arameos entraron al país de Israel y se llevaron cautiva a una muchachita que quedó al servicio de la mujer de Naamán. Ella dijo a su patrona: «Ojalá mi señor se presentara al profeta que hay en Samaria, pues él le sanaría la lepra.» Fue entonces Naamán ante el rey y le dijo: «Esto dice la muchachita que me trajeron de Israel.» Le dijo el rey de Aram: «Anda donde el profeta y además mandaré una carta al rey de Israel.» Naamán, pues, se fue tomando diez barras de oro, seis mil monedas de plata y diez vestiduras. Al llegar entregó al rey de Israel la carta que decía: «Te presento a mi servidor Naamán, para que lo sanes de su lepra.» Al leer la carta el rey, rasgó sus vestidos para manifestar su indignación: «Yo no soy Dios para dar muerte o vida. ¡Y el rey de Aram me manda a esté hombre para que lo sane! Reconozcan y vean que busca pretextos de guerra.» El hombre de Dios, Eliseo, supo que el rey de Israel había rasgado sus vestidos, y le mandó a decir: «¿Por qué has rasgado tus vestidos? Que el hombre venga a mí, y sabrá que hay un profeta en Israel.» Naamán, pues, llegó con su carro y sus caballos, y se detuvo ante la casa de Eliseo. Eliseo mandó un mensajero a decirle: «Anda al río Jordán y lávate siete veces, y tu carne se volverá como antes y serás purificado.» Naamán se enojó y se retiró. Había pensado: «A mi llegada saldrá personalmente a encontrarme, se detendrá y rogará ä Yavé. Con su mano tocará la parte enferma y quedaré sano. ¿Acaso no son mejores el Abaná y el Farfar, ríos de Damasco, que todos los ríos del país de Israel? ¿No podría bañarme en los ríos de Damasco para mejorarme de: la lepra?» Sus servidores se acercaron a él cuando se iba, y le dijeron: «Padre, si el profeta te hubiera mandado hacer una cosa difícil, ¿no la habrías hecho? Y ¡qué fácil es bañarte como el profeta te ha ordenado!» Naamán aceptó bajar al Jordán y se bañó siete veces como le había dicho Eliseo. Su piel se puso suave como la de un niño y quedó purificado. Entonces Naamán regresó a la casa de Eliseo con toda su gente. Entró y le dijo: «Ahora sé que no hay en el mundo otro Dios que el de Israel. Te pido que aceptes estos regalos de parte de tu servidor.» Pero Eliseo contestó: «Lo juro por Yavé, a quien sirvo: no los aceptaré.» Y por más que Naamán insistió, no aceptó sus regalos, Entonces Naamán le dijo: «Ya que te niegas, permite que se me den unos sacos de tierra de tu país, la cantidad que puedan cargar dos mulos. La usaré para construir un altar a Yavé, pues a ningún otro ofreceré más sacrificios. Solamente acompañaré a mi rey cuando vaya al templo de su dios Rimmón. El se apoya en mi brazo, y yo me postraré con él; que Yavé me perdone esto.» Eliseo le respondió: «Vete en paz:» Y Naamán se fue. Cuando Naamán estaba ya a cierta distancia, Guejazí; el muchacho de Eliseo, se dijo: «¡Pensar que mi señor no tomó los regalos que le trajo ese arameo! ¡Por Yavé, que correré tras él y recuperaré algo de esto!» Guejazí partió tras Naamán. Este vio que corría tras él, y saltó de su carro para saludarlo. Guejazí le dijo: «Perdón, señor, mi patrón me envía a decirle: Acaban de llegar a mí dos jóvenes de la montaña de Efraim, de la comunidad de los profetas; dame por favor para ellos un talento de plata y dos trajes nuevos.» Naamán le dijo: «Dígnate aceptar dos talentos de plata.» 5,2 5,3 5,4 5,5 5,6 5,7 5,8 5,9 5,10 5,11 5,12 5,13 5,14 5,15 5,16 5,17 5,18 5,19 5,20 5,21 5,22 5,23 6 Librodot Librodot Sagrada Biblia – 2 Reyes Anónimo 7 5,24 5,25 5,26 5,27 Insistió en que los aceptara y metió dos talentos de plata con dos trajes nuevos en dos sacos y se los entregó a dos de sus criados que los llevaron delante de Guejazí. Cuando llegaron a Ofel, Guejazí se los quitó y los puso en su casa. Luego despidió a los dos servidores de Naamán, que se fueron. Cuando se presentó a su señor Eliseo, éste le preguntó: «¿De dónde vienes, Guejazí?» Le contestó: «No ha ido tu siervo a ninguna parte.» Le replicó Eliseo: «¿No te acompañaba mi espíritu cuando un hombre saltó de su carro para venir a tu encuentro? Ahora bien, tú has recibido plata y puedes comprar olivares, viñas, ovejas, bueyes, siervos y siervas. Pero también la lepra de Naamán se pegará a ti y a todos tus descendientes para siempre.» Y Guejazí salió de su presencia con lepra, blanco como la nieve. Los profetas discípulos de Eliseo le dijeron: «Mira, el lugar donde estamos reunidos se nos hace estrecho. Vayamos al Jordán y tomemos cada uno una viga, y nos haremos allí una pieza para juntarnos.» Eliseo les contestó: «Vayan.» Uno de ellos le dijo: «¿Por qué no nos acompañas?» Eliseo, pues, se fue con ellos y, llegando al Jordán, se pusieron a cortar árboles. Estaba uno derribando un árbol cuando se le cayó el hacha al río, y exclamó: «¡Ay, mi señor, un hierro que me habían prestado!» El hombre de Dios le preguntó: «¿Dónde ha caído?», y le mostraron el lugar. Entonces, Eliseo cortó un palo, lo arrojó allí y el hierro salió a flote. Eliseo dijo: «Agárralo.» El extendió su mano y lo tomó. 6,1 6,2 6,3 6,4 6,5 6,6 6,7 Eliseo captura tropas arameas 6,8 6,9 6,10 6,11 6,12 6,13 6,14 6,15 En el tiempo que el rey de Aram organizaba expediciones contra Israel, celebró consejo con sus oficiales y les dijo: «Vamos a asaltar tal pueblo.» Pero el hombre de Dios mandó a decir al rey de Israel: «Guárdate en ese lugar porque ahí vienen los arameos.» Entonces el rey de Israel envió gente a aquel lugar que le indicó el varón de Dios y estuvo allí alerta; y así ocurrió varias veces. El rey de Aram se inquietó por estos hechos y llamando a sus oficiales les dijo: «Me van a descubrir quién es el traidor que delata nuestros proyectos al rey de Israel.» Uno de los oficiales dijo: «No, rey mi señor, nadie de nosotros te ha traicionado, sino que Eliseo, el profeta que hay en Israel, revela a su rey hasta las palabras que tú has dicho en tu dormitorio.» El rey les respondió: «Vayan, pues, y entérense dónde está y mandaré una expedición para arrestarlo.» Se le dio aviso de que Eliseo estaba en Dotan. Mandó, pues, allí, carros, caballos y una fuerte tropa que llegaron de noche y cercaron la ciudad. Al día siguiente, el muchacho del hombre de Dios se levantó temprano para salir, y vio a los arameos que rodeaban. la ciudad, con sus carros y caballos. Entonces dijo a Eliseo: «Ay, mi señor, ¿qué vamos a hacer?» El respondió: «No temas, porque hay más gente con nosotros que con ellos.» Oró Eliseo y dijo: «Yavé, abre sus ojos para que vea.» Abrió Yavé los ojos del muchacho y vio el cerro lleno de caballos y carros de fuego en tomo a Eliseo. Los arameos bajaron hacia él y nuevamente Eliseo dirigió esta súplica a Yavé: «Haz que no vean.» Yavé, pues, hizo que ya no vieran lo que estaban mirando, según se lo había pedido. Eliseo les dijo: «No es éste el camino ni ésta la ciudad. Síganme y yo los llevaré donde el hombre que están buscando.» Los llevó a Samaria. Cuando entraron a Samaria, Eliseo dijo: «Yavé, abre sus ojos para que vean.» Abrió Yavé sus ojos y vieron que estaban dentro de Samaria. Cuando el rey de Israel los vio, preguntó a Eliseo: «¿Debo matarlos, padre mío?» El le respondió: «Si no matas a los que apresas con espada y con arco, ¿cómo matarías a éstos? Dales pan y agua para que coman y beban y, luego, vuelvan a su señor.» Entonces el rey les sirvió una gran comida; comieron y bebieron. Luego los despidió para que volvieran donde su señor. A partir de ese día las tropas de Aram no volvieron más a invadir los territorios de Israel. + 6,16 6,17 6,18 6,19 6,20 6,21 6,22 6,23 Hambre y liberación de Samaria 7 Comment: Destacamos esta narración, algo adornada con leyendas, que nos muestra las intervenciones de Eliseo en la vida nacional. Eliseo recibió la misión de reemplazar tanto al rey de Israel, responsable de la infidelidad religiosa de su pueblo, como al de Aram. Joram y Benhadad, de que aquí se habla, serán asesinados dentro de poco. Los profetas de Israel son mensajeros y encargados de Dios para la salvación de Israel, y esta salvación no significa solamente que nuestras almas vayan al cielo, como lo cree bastante gente, sino que toda la vida de un pueblo debe llevarlo a ser más consciente y responsable. El pueblo de Israel no podía madurar (y tampoco lo pueden nuestros pueblos) sin una larga experiencia de la violencia, de la injusticia y de la mentira, y también de los remedios que permiten superarlas. Dales pan y agua (v. 22). Gesto profético: vencer el mal por el bien. Haz que vean... Haz que no vean (16, 18, 20). Estas palabras expresan el contraste entre quienes ven la situación como Dios la ve y quienes se pierden en su propia sabiduría. ¡Cuánto tiempo perdemos y cuántas veces nos quedamos paralizados por nuestros temores, en vez de tomar le decisión de arriesgar y tiramos adelante, confiados en que Dios no puede faltar! Castígueme el Señor si a Eliseo le queda la cabeza (31). Estas palabras del rey dan a entender que Eliseo había alentado la resistencia a los arameos frente a gobernantes que no se atrevían. Pero, si los profetas se meten en la política, ¿por qué los cristianos le tienen tanto miedo? Librodot Librodot 6,24 6,25 6,26 6,27 6,28 6,29 6,30 6,31 6,32 Sagrada Biblia – 2 Reyes Anónimo 8 6,33 Benadad, rey de Aram, reunió todas sus tropas y vino a sitiar Samaria. Hubo gran hambre en el pueblo, y tanta fue la miseria que una cabeza de burro se vendía en ochenta monedas de plata, y medio litro de garbanzos por cinco monedas. Pasaba el rey de Israel por la muralla cuando una mujer le gritó: «Sálvame, mi señor rey.» El rey respondió: «¿En qué te puedo ayudar? Si Yavé no te da pan, ¿de dónde voy a sacar? ¿Qué te ocurre?» Ella respondió: «Esa mujer me dijo: Trae a tu hijo para que lo comamos hoy y mañana comeremos el mío. Cocimos a mi hijo y lo comimos; al otro día le dije: Trae a tu hijo para que lo comamos. Pero ella lo ha escondido.» Cuando el rey oyó las palabras de la mujer, rasgó sus vestiduras. Estaba sobre la muralla y el pueblo vio que bajo su túnica llevaba un saco. El rey juró: «Castígueme el Señor si a Eliseo, hijo de Safat, le queda hoy la cabeza sobre los hombros.» Y el rey mandó un guardia a la casa de Eliseo. Eliseo estaba sentado en su casa, y los dirigentes estaban sentados con él. Antes que llegara el mensajero, Eliseo les dijo: «¿No saben que este hijo de asesino ha mandado cortar mi cabeza? Pues bien, cuando llegue el mensajero, cierren la puerta y no lo dejen entrar. Detrás de él oigo el ruido de los pasos de su señor.» Estaba hablando todavía con ellos, cuando llegó el rey. Este dijo: «Todo este mal viene de Yavé. ¿Cómo he de confiar todavía en él?» Eliseo contestó: «Escuchen esta palabra de Yavé: Mañana a esta hora, en la entrada de Samaria, la medida de flor de harina se comprará por una moneda de plata, y la doble medida de cebada por una moneda de plata también.» El escudero sobre cuyo brazo se apoyaba el rey, respondió al hombre de Dios: «Aunque Yavé abriera las ventanas del cielo para que llueva trigo, ¿podría ocurrir tal cosa?» Eliseo contestó: «Con tus ojos lo verás, pero no comeras.» Cuatro hombres se hallaban en la entrada de la ciudad, al otro lado del muro. Eran leprosos. Ese día se dijeron: «¿Vamos a quedar aquí hasta morir? Si decidimos entrar en la ciudad, allí nos moriremos de hambre, y si nos quedamos aquí moriremos igual. Así que vamos a pasamos al campamento de los arameos. Si nos dejan vivir, viviremos. Y si nos matan, moriremos.» Se levantaron al anochecer para ir al campamento: pero cuando lo alcanzaron no encontraron allí a nadie. Miren lo que el Señor había hecho: los arameos habían oído ruido de carros y caballos como de un gran ejército. Y habían pensado: «El rey de Israel ha mandado dinero a los reyes de los heteos y de los musritas para que vengan a atacarnos.» Se habían retirado, pues, al anochecer, para salvarse, abandonando sus tiendas de campaña, caballos, burros, dejando el campamento tal como estaba. Aquellos leprosos llegaron al límite del campamento y entraron en una tienda de campaña. Comieron, bebieron y se llevaron de allí plata, oro y ropa que fueron a esconder en el suelo. Volvieron a otra tienda de donde sacaron lo que hallaron y lo escondieron de la misma manera. Pero pensaron: «No está bien lo que hacemos, hoy es un día de buenas noticias, y si nosotros callamos hasta mañana, tendremos culpa, así que vayamos a anunciarlo a la gente del rey.» Al llegar llamaron a los guardias de la ciudad, diciéndoles: «Hemos ido al campamento y no hay nadie, ninguna huella de hombre, sólo los caballos y burros atados y las tiendas sin tocar.» Los guardias gritaron y se supo en la casa del rey. El rey se levantó de noche y dijo a sus oficiales: «Los arameos saben que estamos hambrientos. Han salido del campamento y se han escondido en el campo, esperando que salgamos de la ciudad para tomarnos vivos y, después, entrar aquí.» Uno de los oficiales contestó: «Tomemos cinco de los caballos que nos quedan; de todas maneras están destinados a perecer de hambre como toda la población de esta ciudad. Enviémoslos y así veremos.» Tomaron dos carros con sus caballos y los envió el rey a seguir a los arameos. Llegaron hasta el Jordán, y todo el camino estaba lleno de vestidos y objetos que habían arrojado los arameos en su huida. Los mensajeros volvieron y se lo dijeron al rey. Entonces salió el pueblo y saquearon el campamento de los arameos. La medida de harina se vendió en una moneda de plata, y la doble medida de cebada también, se vendió por una moneda, como lo había dicho Eliseo. 8 7,1 7,2 7,3 7,4 7,5 7,6 7,7 7,8 7,9 7,10 7,11 7,12 7,13 7,14 7,15 7,16 Librodot Librodot 7,17 7,18 7,19 Sagrada Biblia – 2 Reyes Anónimo 9 7,20 8,1 El rey había mandado a su escudero que vigilara la entrada de la ciudad. Pero fue pisoteado ahí mismo por la muchedumbre, y murió, según lo había dicho Eliseo cuando el rey bajó a verlo. Pues cuando éste había dicho al rey: «Mañana, a estas horas, a la entrada de Samaria, dos medidas de cebada se venderán por un siclo, por un siclo también una medida de flor de harina», el escudero había declarado al hombre de Dios: «Aunque Yavé abra las ventanas del cielo para que llueva trigo, no podrá ocurrir lo que tú dices.» Eliseo le había dichos «Con tus ojos lo verás, pero no comerás de ello.» Así sucedió. El pueblo lo atropelló y pisoteó en la puerta, allí murió. Eliseo dijo a la mujer cuyo hijo había resucitado: «Levántate y vete con tu familia a vivir a otra parte, donde mejor te parezca, porque Yavé ha llamado el hambre y viene ya sobre el país para siete años.» La mujer hizo lo que le había dicho el varón de Dios; se fue con su familia al país de los filisteos y permaneció allí siete años. Al cabo de siete años, regresó la mujer a su país y acudió al rey para que le devolvieran su casa y sus campos. El rey estaba hablando con Guejazí, el muchacho del hombre de Dios, y le decía: «Cuéntame todas las cosas maravillosas que ha hecho Eliseo.» Mientras le estaba contando cómo había resucitado a un muerto, compareció la mujer, cuyo hijo había resucitado, reclamando al rey su casa y sus campos. Guejazí dijo: «Está es, mi señor, aquella mujer y éste es su hijo, al que resucitó Eliseo.» El rey le preguntó sobre el hecho y ella se lo contó. Inmediatamente el rey mandó con ella a un oficial del palacio, a quien le dijo: «Haz que le devuelvan todo lo que le pertenece con todo lo que han producido sus campos desde el día que ella partió hasta hoy.» 8,2 8,3 8,4 8,5 8,6 Eliseo y Jazael de Damasco 8,7 8,8 8,9 Eliseo se fue a Damasco. Ben-Hadad, rey de Aram, estaba enfermo y le dieron este aviso: «El hombre de Dios ha venido hasta aquí.» El rey dijo a Jazael: «Tú vas a ir donde el hombre de Dios para consultar a Yavé por su intermedio, y yo sepa si sobreviviré a esta enfermedad. Pero lleva contigo un buen regalo.» Jazael fue donde Eliseo, llevando consigo todo lo mejor que se podía encontrar en Damasco; cuarenta camellos llevaban este regalo. Al llegar junto a Eliseo, le dijo: «Tu hijo, Ben-Hadad, rey de Aram, me ha enviado a ti para preguntarte: ¿Sobreviviré de esta enfermedad?» Eliseo le contestó: «Ve y dile que su enfermedad no es mortal. Pero Yavé me ha hecho saber que con toda certeza morirá.» Entonces se inmovilizaron las facciones del: hombre de Dios, quedándose rígido, y empezó a llorar. Jazael le preguntó: «¿Por qué lloras, mi señor?» Le respondió: «Porque acabó de ver el mal que harás a los hijos de Israel: pasarás a fuego sus fortalezas, matarás a espada a sus jóvenes, aplastarás a sus niños y abrirás el vientre a sus mujeres embarazadas.» Jazael le dijo: «¿Quién soy yo, tu siervo, para cumplir tales hazañas?» Eliseo respondió: «Acabo de tener una visión: Yavé hizo que te viera rey de Aram.» Jazael se despidió de Eliseo y fue donde su señor. Este le preguntó: «¿Qué te ha dicho Eliseo?» Le respondió: «Me ha dicho con toda certeza que sobrevivirás.» Pero, a la mañana siguiente, Jazael tomó una manta, la empapó de agua y la apretó sobre el rostro del rey hasta que murió, y le sucedió como rey de Aram. 8,10 8,11 8,12 8,13 8,14 8,15 Reinado de Joram en Judá 8,16 8,17 8,18 8,19 8,20 8,21 Joram, hijo de Josafat; rey de Judá, comenzó a reinar el año quinto de Joram, rey de Israel. Tenía treinta y dos años cuando empezó a reinar y reinó ocho años en Jerusalén. Siguió los pasos de los reyes de Israel y actuó en todo como la familia de Ajab; es que se había casado con una hija de Ajab y, debido a esto, se portó muy mal con Yavé. Sin embargo, Yavé no quiso exterminar a Judá por amor a su siervo David, según la promesa que le había hecho de mantener siempre encendida su lámpara, lo que se refería a sus hijos. En su tiempo se rebelaron los edomitas contra la dominación de Judá y se proclamaron un rey. Fue Joram a atacar la ciudad de Sair con todos sus carros de guerra. Ahí, atacando de noche, logró escapar a los edomitas que lo tenían cercado a él y a los jefes de los carros, pero los israelitas se habían dispersado. 9 Librodot Librodot 8,22 8,23 8,24 Sagrada Biblia – 2 Reyes Anónimo 10 Así se rebeló Edom contra Judá hasta el día de hoy. Por aquel tiempo se rebeló también la ciudad de Libná. Lo demás, referente a Joram y todo lo que hizo, está escrito en el libro de las Crónicas de los reyes de Judá. Cuando murió Joram, lo sepultaron con sus padres en la ciudad de David, y su hijo Ocozías le sucedió. Reinado de Ocozías en Judá 8,25 8,26 8,27 8,28 8,29 Ocozías, hijo de Joram, rey de Judá, comenzó a reinar el año doce de Joram, rey de Israel. Ocozías tenía veintidós años cuando comenzó a reinar y reinó un año en Jerusalén. Su madre era Atalía, hija de Omrí, rey de Israel. Siguió los pasos de Ajab y se portó mal con Yavé, como los de la familia de Ajab, porque había emparentado con Ajab. Partió con Joram, hijo de Ajab, para hacer la guerra a Jazael, rey de Aram, en Ramot de Galaad. Pero los arameos dejaron herido a Joram, y regresó de Ramot a Jezrael para mejorar de sus heridas; poco tiempo después, Ocozías, rey de Judá, vino a Jezrael a visitarlo mientras se recuperaba. Eliseo consagra rey de Israel a Jehú 9,1 9,2 9,3 9,4 9,5 9,6 + El profeta Eliseo llamó a uno de los hermanos profetas y le dijo: «Arréglate para ir a la ciudad de Ramot, en Galaad y lleva contigo este frasco de aceites. Allí buscarás a Jehú, hijo de Josafat, hijo de Nimsí; lo harás salir del grupo de sus compañeros y lo llevarás a una pieza aparte. Allí tomarás el frasco y derramarás el aceite en su cabeza, diciendo: «Yavé te ha ungido rey de Israel.» Luego, abre la puerta de la pieza y huye sin detenerte.» Este joven, pues, se fue a Ramot. Cuando llegó, los jefes del. ejército estaban sentados juntos, y dijo: «Tengo que häblarte, jefe.» Jehú preguntó: «¿A quién de nosotros?» Respondió: «A ti, jefe.» Jehú sé levantó y entró en la casa. Entonces el joven le echó el aceite en la cabeza y le dijo: «Yavé, Dios de Israel, te ha consagrado rey del pueblo de Yavé. Derribarás a los reyes de la familia de Ajab, y yo vengaré la sangre de mis siervos, los profetas, que Jezabel ha muerto. Acabaré con la familia de Ajab y perecerán todos sus varones, teniendo la misma suerte que los hijos de Jeroboam y de Basa. En cuanto a Jezabel, nadie la sepultará y los perros la devorarán en el campo de Jezrael.» El joven abrió la puerta y huyó. Jehú salió para reunirse con los oficiales del rey. Ellos le dijeron: «¿Qué pasa? ¿Para qué te ha llamado ese loco?» Respondió Jehú: «Ustedes conocen a ese hombre y saben por qué vino.» Ellos le dijeron: «No sabemos nada, cuéntanos lo que te dijo.» El contestó: «Esto me ha dicho; me dijo exactamente: Yavé te ha consagrado rey de Israel.» Entonces todos los jefes, compañeros de Jehú, tomaron sus mantos y los colocaron sobre una tarima en forma de trono. Y con toques de trompetas anunciaron: «Jehú es rey.» Así fue como Jehú, hijo de Josafat, hijo de Nimsí, conspiró contra Joram. En ese momento Joram con los israelitas estaba defendiendo la ciudad de Ramot en Galaad, contra Jazael, rey de Aram, y Joram se había retirado a Jezrael para mejorar de sus heridas recibidas en el combate. Jehú dijo: «Si les parece, no dejen salir a nadie de la ciudad, no sea que vaya a avisar al rey en Jezrael.» Jehú subió a su carro y tomó el camino de Jezrael, donde estaba Joram enfermo, a quien Ocozías, rey de Judá, había ido a visitar. El guardia que estaba en la torre de Jezrael vio la comitiva de Jehú que llegaba y dijo: «Veo una tropa.» Joram dijo: «Que tome uno su caballo y corra en dirección de ellos y les pregunte si hay alguna novedad:» El hombre salió a su encuentro y les dijo: «El rey me pidió preguntarles si hay alguna novedad.» Jehú le contestó: «No te preocupes por la novedad. Pasa detrás dé mí y sígueme.» Al. instante, el guardia avisó: «El mensajero ha llegado donde ellos, pero no vuelve.» Comment: Mientras en Judá siguen reinando los descendientes de David, en Israel se suceden los golpes de estado. Eliseo el que mandó ungir, o sea, consagrar con aceite a Jehú. 9,7 9,8 9,9 9,10 9,11 9,12 9,13 9,14 9,15 9,16 9,17 9,18 10 Librodot Librodot 9,19 Sagrada Biblia – 2 Reyes Anónimo 11 9,20 9,21 Por segunda vez mandaron un mensajero que, al llegar donde ellos, les dijo: «El rey quiere saber si hay alguna novedad.» Y Jehú respondió nuevamente: «No te preocupes por la novedad, pasa tras de mí y sígueme.» El guardia avisó de nuevo: «Ha llegado hasta ellos y no regresa; pero el modo de andar del que viene se parece al de Jehú, hijo de Nimsí, pues conduce como un loco.» Joram entonces dijo: «Que enganchen los caballos de mi carro.» Y salió Joram, rey de Israel, con Ocozías, rey de Judá, cada uno en su carro, partiendo al encuentro de Jehú. Lo encontraron en el campo de Nabot, el de Jezrael. Matanza en la familia de Ajab 9,22 9,23 9,24 9,25 Cuando Joram vio a Jehú, preguntó: «¿Traes la paz, Jehú?» Este contestó: «¿Qué preguntas, mientras duran las prostituciones de tu madre, Jezabel, y sus muchas hechicerías?» Entonces Joram dio vueltas a su carro y huyó, diciendo a Ocozías: «¡Traición, Ocozías!» Jehú había tendido su arco y le disparó a Joram una flecha que, entrando por la espalda, le atravesó el corazón. Y Joram cayó muerto en su carro. Jehú dijo a su escudero Bidqar: «Tómalo y tira el cadáver en el campo de Nabot de Jezrael; porque recuerda que cuando servíamos juntos en la caballería de su padre, Ajab, Yavé pronunció contra él esta sentencia: Yo juro que en este campo tomaré venganza en ti, por la sangre de Nabot y por la sangre de sus hijos, que ayer te vi derramar. Así que llévalo y arrójalo en el campo, según la palabra de Yavé.» Al ver esto Ocozías, rey de Judá, huyó por el camino de Bet-Hagan. Jehú partió en su persecución, gritando: «Mátenlo también a él.» Lo hirieron en su carro en la cuesta de Gur, cerca de Jibleam; alcanzó a refugiarse en Meguido y allí murió. Sus servidores lo llevaron en carro a Jerusalén y lo sepultaron con sus padres en la ciudad de David. Ocozías había comenzado a reinar en Judá en el año once de Joram, hijo de Ajab. 9,26 9,27 9,28 9,29 Muerte de Jezabel 9,30 9,31 9,32 9,33 9,34 9,35 9,36 9,37 + Jehú entró en la ciudad de Jezrael. Al saberlo Jezabel, se pintó los ojos, adornó su cuello y se asomó a la ventana. Cuando Jehú pasaba la puerta, le dijo: «¿Traes la paz? ¿No tendrás la suerte de Zimrí, cuando asesinó a su señor?» Jehú levantó la vista hacía la ventana y gritó: «¿Quién está conmigo?» Dos o tres eunucos se inclinaron hacia él. Les dijo: «Échenla abajo.» La echaron por la ventana y su sangre salpicó los muros y los caballos, y Jehú pasó por encima con su carro. Jehú entró en Jezrael, comió y bebió. Después dio esta orden: «Cuiden de esta maldita y denle sepultura, pues es hija de rey.» Fueron para sepultarla, pero no encontraron más que las manos y los pies con el cráneo. Cuando avisaron a Jehú, dijo: «Es lo que Elías de Tisbé había dicho de parte de Yavé: En el campo de Jezrael, los perros comerán la carne de Jezabel. Su cadáver servirá de abono a la tierra y nadie podrá decir: Esta es Jezabel.» Comment: Jehú será un buen militar, nada más. Parece aun que no tuvo éxito en sus guerras y perdió la provincia al este del Jordán, el país de Galaad. Pero estaba muy dedicado a la fe (ver 10,22) y al servicio de Yavé, y se esperaba de él que suprimiría toda la influencia de las religiones extranjeras introducidas por Jezabel, lo que hizo, en efecto. Muere Jezabel, que quedará como ejemplo de la mujer impía y asesina de los servidores de Dios (ver Apoc 2,20). Jehú limpia Israel 10,1 10,2 10,3 10,4 10,5 Setenta hijos de Ajab vivían en Samaria. Jehú escribió cartas y las envió a Samaria, a los jefes de la ciudad, a los jueces y a los que cuidaban de los hijos de Ajab, diciendo: «Apenas esta carta llegue a ustedes, que tienen a los hijos del rey, los carros de guerra y los caballos, una ciudad fortificada y armas, vean cuál de todos los hijos del rey es el mejor y más capaz y háganlo sentar en el trono de su padre y prepárense para defender a sus señores.» Ellos tuvieron gran temor y dijeron: «Los dos reyes juntos no lo resistieron, ¿cómo podremos resistir nosotros?» El mayordomo del palacio, el comandante de la ciudad, los jueces y los preceptores mandaron a Jehú esta respuesta: «Somos siervos tuyos, haremos lo que tú digas. No proclamaremos rey a nadie; haz tú lo que mejor te parezca.» Pero él les mandó una segunda carta, que decía: «Si son de mi partido y de los que me obedecen, tomen las cabezas de los hijos del rey, su señor, y vengan mañana a conversar conmigo a estas horas 11 10,6 Librodot Librodot Sagrada Biblia – 2 Reyes Anónimo 12 10,7 10,8 10,9 10,10 10,11 10,12 10,13 10,14 10,15 10,16 10,17 10,18 10,19 10,20 10,21 10,22 10,23 10,24 10,25 10,26 10,27 10,28 10,29 10,30 10,31 10,32 10,33 en Jezrael.» Los hijos del rey eran setenta y se criaban en las casas de las familias más importantes de la ciudad. Apenas les llegó esta carta, apresaron a los hijos del rey, los degollaron a los setenta y pusieron sus cabezas en canastos que mandaron a Jezrael. El mensajero entró donde Jehú y le dijo: «Aquí te mandan las cabezas de los hijos del rey.» El respondió: «Pónganlas en dos montones a la entrada de la Puerta de Jezrael hasta mañana.» Por la mañana, salió Jehú y dijo a todo el pueblo: «Sean justos, díganme: Si yo he conspirado contra mi señor y le he quitado la vida, ¿quién ha degollado a todos éstos? Sepan, pues, que no quedará sin efecto ninguna de las palabras que Yavé dijo contra la familia de Ajab. Acaba de cumplirse lo que dijo por boca de su siervo Elías.» Jehú mató después a todos los que quedaban del partido de Ajab en Jezrael, a todos sus ayudantes, familiares, sacerdotes, sin dejar ni uno con vida Entonces partió para Samaria y, como llegaba a Betacad de los Pastores, encontró a los hermanos de Ocoziás, rey de Judá, a los que preguntó: «¿Quiénes son ustedes?» Ellos respondieron: «Somos los hermanos de Ocozías y vamos a saludar a los hijos del rey y a los hijos de la reina.» Dijo Jehú: «Tómenlos vivos.» Los tomaron vivos y los degollaron a todos, junto a la cisterna de Betacad; eran cuarenta y dos hombres y no se dejó a ninguno con vida. Saliendo de allí encontró a Jonadab, hijo de Recab, que le salía al encuentro; Jehú lo saludó y le dijo: «¿Quieres ser leal conmigo como yo quiero serlo contigo?» Jonadab respondió: «Sí.» Y Jehú le dijo: «Dame tu mano.» Le dio la mano y él lo hizo subir: a su carro. Jehú le dijo: «Ven conmigo y verás mi celo por Yavé.» Y lo llevó en su carro. Cuando estuvo en Samaria, Jehú dio muerte a todos los sobrevivientes del partido de Ajab que vivían en esa ciudad; no dejó a ninguno con vida. Así se cumplió la palabra que Yavé había dicho por boca de Elías. Jehú reunió a todos los habitantes y les dijo: «Lo que Ajab hizo por Baal parecerá bien poco en comparación de lo que haré yo.» Y agregó: «Llamen a todos los profetas de Baal, a todos sus fieles y sacerdotes. Que no falte ninguno al sacrificio solemne que quiero ofrecer a Baal. El que no se presente morirá.» Jehú obraba con astucia, estando decidido a matar a todos los fieles de Baal. Ellos mismos proclamaron la santa solemnidad que Jehú había ordenado. Jehú, por su parte, envió mensajeros por todo Israel para que vinieran todos los fieles de Baal sin que faltara ni uno solo. Cuando estuvieron en el templó de Baal, había tanta gente que casi no tocaban tierra. Entonces Jehú ordenó a los encargados del vestuario que sacaran los trajes sagrados reservados para los fieles de Baal, y se los distribuyeron. Jehú, al que acompañaba Jonadab, hijo de Recab, insistió diciendo a los fieles de Baal: «Averigüen con toda certeza que no haya entrado con ustedes ninguno de los fieles dé Yavé y que no estén aquí sino los puros servidorés de Baal.» Pero, mientras ellos hacían los preparativos para ofrecer los holocaustos, Jehú había apostado fuera a ochenta hombres, a los cuales dijo: «El que de ustedes deje escapar a una de esas personas que deben matar responderá con su vida.» Y, cuando terminaba el sacrificio, Jehú dio esta orden a los soldados y a sus oficiales: «Entren y mátenlos a todos, que ninguno de ellos pueda escaparse.» Entraron, pues, y los pasaron a todos a filo de espada, llegando hasta el santuario de la Casa de Baal. Sacaron el tronco sagrado de la Casa de Baal y lo quemaron. Derribaron el altar y demolieron el templo, que ha pasado a ser un terreno para tirar la basura hasta el día de hoy. Fue así como Jehú hizo desaparecer el nombre de Baál en Israel. Pero no por eso se apartó de los pecados que Jeroboam, hijo de Nabat, introdujo en Israel, pues siguieron con los becerros de oro de Betel y de Dan. A pesar de todo, Yavé dijo á Jehú: «Porque te has portado bien, haciendo lo que me parece justo, y has actuado con la familia de Ajab conforme a mis deseos, tus hijos hasta la cuarta generación se sentarán en el trono de Israel.» Pero Jehú no caminaba en todo según la Ley de Yavé, puesto que no se apartó de los pecados con que Jeroboam hizo pecar a Israel. En aquellos días comenzó Yavé a recortar el país de Israel, y Jazael venció a los israelitas por todo su territorio, desde el Jordán hacia el Oriente; todo el país de Galaad, de las tribus de Gad, de Rubén y de Manasés; desde Aroer, situada junto al torrente de Arnón, todo el país de Galaad y Basán. 12 Librodot Librodot Sagrada Biblia – 2 Reyes Anónimo 13 10,34 Lo demás referente a Jehú, todo lo que hizo y su valentía, está escrito en el libro de las Crónicas de los reyes de Israel. 10,35 Cuando murió Jehú, lo sepultaron en Samaria y su hijo Joacaz reinó en su lugar. Jehú había reinado veintiocho años en Samaria. Atalía en Judá 11,1 11,2 Cuando Atalía, madre de Ocozías, vio que había muerto su hijo, decidió exterminar a toda la descendencia del rey. Pero Josaba, hermana de Ocozías, tomó a Joas, su sobrino, y lo sacó de entre los hijos del rey a los que estaban matando, y lo puso con su nodriza, en el dormitorio. Así lo ocultó a la vista de Atalía y el niño se salvó. Joas estuvo seis años escondido en la Casa de Yavé, mientras Atalía reinaba en el país. Al séptimo año, Joyada, jefe de los sacerdotes, mandó llamar a los oficiales de la guardia real y de los guardias carios a la Casa de Yavé. Después de hacer con ellos un pacto con juramento, les mostró al hijo del rey. Luego les dio órdenes: «El tercio de sus hombres que vienen el sábado guardarán la casa del rey, un tercio estará en la Puerta de Fundación, y el último en la puerta de atrás. Harán la guardia sucesivamente. En cuanto a los que salen de su servicio el día sábado, dos secciones de ellos guardarán la Casa de Yavé en torno al rey Joas. Ustedes estarán á su lado, cada uno con sus armas en la mano, y a todo aquel que quiera atravesar sus líneas lo matarán. Ustedes cuidarán del rey, dondequiera que vaya.» Los jefes de los guardias hicieron lo que les dijo el sacerdote Joyada y se presentaron con todos sus hombres, tanto los que salían el día sábado como los que entraban ese día. Joyada entregó a los oficiales las lanzas y escudos del rey David que estaban en la casa de Yavé y luego la guardia se colocó desde la esquina del sur hasta la del norte, haciendo un cerco en torno al altar y a la Casa de Yavé. Entonces el sacerdote Joyada hizo salir al hijo del rey, le puso la corona y el brazalete, lo proclamó y lo consagró. Todos aplaudían, gritando y diciendo: «¡Viva el rey!» Al oír el rumor del pueblo, Atalía se acercó al gentío que rodeaba la Casa de Yavé. El rey estaba de pie junto a la columna, como era costumbre, y junto a él estaban los oficiales y las trompetas. Los Ciudadanos estaban llenos de alegría y tocaban las trompetas. Al ver esto, Atalía rasgó sus vestidos y gritó: «¡Traición; traición!» Joyada ordenó a los oficiales: «Rodéenla y sáquenla afuera de los patios, y si alguien la quiere defender, mátenlo. Dio esta orden, pues pensaba: « No hay que matarla en la Casa de Yavé.» La hicieron salir y, al llegar al palacio del rey por la Entrada de los caballos, ahí la mataron. Joyada hizo un pacto entre Yavé, el rey y el pueblo para que fueran el pueblo de Yavé Todos los Ciudadanos fueron al templo de Baal y lo destruyeron. Rompieron los altares y las imágenes y mataron a Matán, sacerdote de Baal, delante de su altar. Después Joyada puso centinelas en la Casa dé Yavé; encabezó a los oficiales, a los guardias del rey, a los guardias Carios y a los Ciudadanos que acompañaban al rey hasta el palacio. Allí entraron por la Puerta de la Guardia y el rey Joas se sentó en él trono real. Todos los Ciudadanos estaban felices y la ciudad quedó tranquila. En cuanto a Atalía, la habían muerto a espada en la Casa del Rey. + 11,3 11,4 11,5 11,6 11,7 11,8 11,9 11,10 11,11 11,12 11,13 11,14 11,15 11,16 11,17 11,18 11,19 Comment: Atalía era hija de Ajab y de Jezabel. Cuando murió su hijo Ocozías, rey de Judá, pensó apoderarse del poder matando a todos sus nietos. En el caso presente, el éxito de Atalía habría significado el fin de la descendencia de David, es decir, un fracaso de las promesas de Yavé. Joas escapa de la muerte por circunstancias milagrosas. Seis años después, el jefe de los sacerdotes hace un complot, ayudado por «el Pueblo del país», o sea, por los hombres libres que tenían plenos derechos de ciudadanía (l4, l8, 19...). Estos se mantienen fieles a la familia de David. La historia muestra varias veces cómo el pueblo es el que salva la fe cuando fallan las autoridades. Así, en el siglo cuarto después de Cristo, los errores de Arrio, que negaba que Cristo fuera Dios, pasaron a numerosos obispos apoyados por el gobierno. La resistencia del pueblo cristiano aseguró la victoria de la fe. Al mismo tiempo que restablece al rey niño, el jefe de los sacerdotes trata de orientarlo bien. Se firma un convenio por el cual el pueblo y el rey se comprometen a ser fieles a la Alianza de Yavé. 11,20 Reinado de Joas en Judá 12,1 12,2 12,3 12,4 12,5 Joas tenía siete años cuando comenzó a reinar. Era entonces el ano séptimo de Jehú y reinó durante cuarenta años en Jerusalén. Su madre era Sibia, de la ciudad de Bersebá. Joas hizo lo que es recto a los ojos de Yavé durante los años que lo guió el sacerdote Joyada. Sin embargo, no hizo desaparecer los santuarios de lomas, donde el pueblo siguió ofreciendo sacrificios y quemando incienso. Joas dijo a los sacerdotes: «Todo el dinero de las contribuciones sagradas que la gente viene a ofrecer a la Casa de Yavé, el dinero en efectivo, el que se ofrece como rescate de las personas y el que libre y voluntariamente trae cada cual a la Casa de Yavé, ustedes lo podrán recibir, cada uno de mano de sus conocidos, pero lo usarán para las reparaciones de la Casa de Yavé, para todo lo que necesite alguna reparación.» 13 + 12,6 Comment: Los seis capítulos que vienen a continuación narran la vida de los reinos de Israel y de Judá, desde Joas hasta la destrucción del reino de Israel (el del norte), en 721. Transcurren más de cien años. En Jerusalén, capital de Judá, pasaron cuatro reyes solamente, reinando los dos primeros cuarenta años cada uno. En Israel, los hijos de Jehú conocen al principio muchos reveses. El tercero de sus descendientes, Jeroboam II, logrará con sus victorias un tiempo de prosperidad. Mientras tanto, los poderosos reyes de Asur están haciendo conquistas por todas partes y pronto amenazarán a Israel con sus ejércitos y su poderío. Librodot Librodot 12,7 12,8 Sagrada Biblia – 2 Reyes Anónimo 14 12,9 12,10 12,11 12,12 12,13 12,14 12,15 12,16 12,17 12,18 12,19 12,20 12,21 12,22 El año veintitrés del reinado de Joas, los sacerdotes no habían hecho todavía las reparaciones que necesitaba la Casa de Yavé. Entonces llamó el rey al sacerdote Joyada y a los otros sacerdotes, y les dijo: «¿Por qué no han hecho las reparaciones de la Casa? De hoy en adelante no serán ustedes los que recibirán el dinero cuando estén de turno, sino que lo dejarán para las reparaciones de la Casa.» Los sacerdotes aceptaron: en adelante no recibirían el dinero del pueblo y no estarían a cargo de las reparaciones de la Casa. Entonces el sacerdote Joyada mandó hacer una caja con un agujero en la tapa, la colocó cerca del altar, a mano derecha de los que entraban a la Casa de Yavé, y los sacerdotes que estaban de turno en las puertas echaban en ella todo el dinero que se ofrecía en la Casa. Cuando veían que la caja estaba llena, un secretario del rey venía y, con el sumo sacerdote, la sacaban y contaban el dinero. Luego lo entregaban en manos de los encargados de las obras de la Casa, quienes pagaban con este dinero a los carpinteros y albañiles que trabajaban en las reparaciones. Asimismo, compraban con esta plata la piedra, la madera y todo lo necesario para las reparaciones de la Casa de Yavé. De este dinero que se daba para la Casa, no se hacían ni copas de plata, ni cuchillas, ni calderos para el agua, ni trompetas, ni ningún objeto de oro o plata, sino qué se empleaba para pagar a los que hacían los trabajos. No se pedía cuentas a los encargados de pagar a los artesanos, porque lo hacían con toda honradez. Solamente el dinero ofrecido por la expiación de los pecados era para los sacerdotes. En aquel entonces, Jazael, rey de Aram, vino para combatir contra Gat, la tomó y se dirigió contra Jerusalén. Joas, rey de Judá, tomó todas las cosas preciosas que habían consagrado sus padres, Josafat, Joram y Ocozías, reyes de Judá, todas las que él había consagrado y todo el oro que se halló en los tesoros de la Casa de Yavé y en los de la casa del rey, y los mandó a Jazael, rey de Aram, quién con esto se alejó de Jerusalén. Lo demás referente a Joas, todo cuanto hizo, está escrito en el libro de las Crónicas de los reyes de Judá. Algunos de sus oficiales tramaron una conspiración contra él y lo mataron en Bet-Milo, mientras iba a Sila. Josacar, hijo de Simat, y Josabad, hijo de Somer, lo hirieron y murió. Lo sepultaron con sus padres en la ciudad de David y su hijo Amasías reinó en su lugar. Reinado de Joacaz en Israel 13,1 13,2 13,3 13,4 13,5 13,6 13,7 13,8 13,9 En el año veintitrés de Joas, hijo de Ocozías, rey de Judá, Joacaz, hijo de Jehú, comenzó a reinar sobre Israel en su capital Samaria; reinó diecisiete años. Se portó mal con Yavé y siguió cometiendo los pecados con que Jeroboam, hijo de Nabat, hizo pecar a Israel, sin apartarse de ellos. Entonces estalló el furor de Yavé contra Israel y los entregó en manos de Jazael, rey de Aram, y en manos de Ben-Hadad, hijo de Jazael, todo aquel tiempo. Pero Joacaz suplicó a Yavé, y éste lo escuchó porque había visto la opresión de Israel, pues el rey de Aram los oprimía. Yavé concedió a Israel un libertador que lo liberó de la opresión de Aram y los israelitas pudieron vivir tranquilos en sus casas, como antes. Pero no se apartaron de los pecados con qué Jeroboam había hecho pecar a Israel, y aun el tronco sagrado quedó en pie en Samaria. No le quedaron a Joacaz más que cincuenta hombres, de a caballo, diez carros de guerra y diez mil soldados, pues el rey de Aram había exterminado y reducido a polvo todo lo demás. Lo demás referente a Joacaz, todo cuanto hizo y su valentía, está escrito en el libro de las Crónicas de los reyes de Israel. Cuando Joacaz se acostó con sus padres, lo sepultaron en Samaria y en su lugar reinó su hijo Joas. Reinado de Joas en. Israel 13,10 En el año treinta y siete de Joas, rey de Judá, Joas, hijo de Joacaz, comenzó a reinar sobre Israel, en su capital Samaria; reinó dieciocho años 13,11 Hizo lo que es malo a los ojos de Yavé; no se apartó de ninguno de los pecados con que Jeroboam, hijo de Nabat, había hecho pecar a Israel, sino que anduvo en ellos. 14 Librodot Librodot Sagrada Biblia – 2 Reyes Anónimo 15 13,12 Lo demás referente a Joas, todo cuanto hizo, su valentía y cómo combatió contra Amasías, rey de Judá, está escrito en el libro de las Crónicas de los reyes de Israel. 13,13 Cuando Joas se acostó con sus padres, fue sepultado en Samaria, junto a los reyes de Israel, y Jeroboam ocupó su. trono. Muerte de Eliseo 13,14 Cuando Eliseo enfermó del mal que lo llevó a la muerte, bajó donde él Joas, rey de Israel, y lloró sobre su rostro, diciendo: «¡Padre mío, padre mío, carro y caballos de Israel!» 13,15 Eliseo le dijo: «Toma un arco y flechas.» El tomó el arco y flechas. 13,16 Dijo Eliseo al rey: «Pon tu mano sobre el arco», y éste puso su mano. Entonces Eliseo colocó su mano sobre la mano del rey 13,17 y dijo: «Abre la ventana hacia oriente.» El la abrió. Dijo Eliseo: «Tira.» El tiró. Dijo Eliseo: «Flecha de la victoria de Yavé, flecha de la victoria contra Aram, derrotarás a Aram en Afec, hasta exterminarlo.» 13,18 Y añadió: «Toma las flechas.» El las tomó. Eliseo dijo al rey. «Dispara hacia el suelo.» El rey disparó tres veces y se detuvo. 13,19 Entonces el hombre de Dios se enojó contra él y le dijo: «Tenías que haber tirado cinco o seis veces, entonces habrías batido a Aram hasta el exterminio. Ahora lo derrotarás tres veces.» 13,20 Eliseo murió y lo sepultaron. Poco después, un destacamento de moabitas hizo una incursión, como acostumbraban hacer cada año al comienzo del año. 13,21 Resulta que en ese momento unas personas estaban sepultando a un difunto, cuando divisaron a los moabitas. De prisa tiraron el cadáver al sepulcro de Eliseo y se pusieron a salvo. Pero el hombre, al tocar los huesos de Eliseo, cobró vida y se puso de pie. 13,22 Jazael, rey de Aram, había oprimido a los israelitas todo el tiempo que reinó Joacaz. 13,23 Pero Yavé piedad y se compadeció de ellos, volviéndose propicio a ellos, a causa de la Alianza con Abraham, Isaac y Jacob, y no quiso destruirlos totalmente ni echarlos lejos de su rostro. 13,24 Murió Jazael, rey de Aram, y reinó en su lugar su hijo Ben-Hadad. 13,25 Entonces Joas, hijo de Joacaz, volvió a tomarle a Ben-Hadad las ciudades que Jazael le había tornado a Joacaz. Joas lo venció tres veces y recobró las ciudades de Israel. 14,1 14,2 14,3 14,4 14,5 14,6 Amasías, hijo de Joas, rey de Judá, comenzó a reinar el año segundo de Joas, rey de Israel. Tenía veinticinco años cuando comenzó a reinar y reinó veintinueve años en Jerusalén. Su madre era Jordán, de Jerusalén. Hizo lo que es recto a los ojos de Yavé, pero no como su padre David; hizo en todo como su padre Joas. Sin embargo, no desaparecieron los Santuarios de Lomas; ahí el pueblo siguió ofreciendo sacrificios y quemando incienso. Cuando el reino se afianzó en sus manos, Amasías mató a los oficiales que habían dado muerte al rey su padre, pero no mató a los hijos de los asesinos, según está escrito en la Ley de Moisés, donde Yavé dio esta orden: «No harán morir a los padres por los hijos, ni harán morir a los hijos por los padres, sino que cada uno será castigado por sus propios crímenes.» Amasías derrotó a diez mil domitas en el valle de la Sal y conquistó la Peña por las armas, llamándola Cóctel, nombre que ha conservado hasta el día de hoy. Entonces Amasías envió mensajeros a Joas, hijo de Joacaz, hijo de Jehú, rey de Israel, para decirle: «Sube y veremos cuál de los dos puede más.» Joas, rey de Israel, mandó a decir como respuesta a Amasías, rey de Judá: «El cardo del Líbano mandó a decir al cedro del Líbano: Dame tu hija para que sea la esposa de mi hijo; pero los animales salvajes del Líbano pasaron y pisotearon el cardo. Veo que te sientes muy orgulloso porque has vencido a los edomitas. Esto te basta para tener fama en tu propia casa; ¿por qué ahora quieres exponerte a una desgracia y perderte a ti y al pueblo de Judá?» Pero Amasías no lo escuchó; vino Joas, rey de Israel, y se enfrentó con Amasías, en Betsames de Judá; Judá fue derrotado por Israel y huyeron cada uno a su casa. Joas, rey de Israel, tomó preso a Amasías, hijo de Ocozías, en Betsames y lo llevó a Jerusalén. Hizo una abertura de doscientos metros en la muralla de Jerusalén, desde la Puerta de Efraim hasta la Puerta del Angulo. 15 14,7 14,8 14,9 14,10 14,11 14,12 14,13 Librodot Librodot Sagrada Biblia – 2 Reyes Anónimo 16 14,14 Tomó todo el oro, toda la plata y todos los objetos que se hallaban en la Casa de Yavé, los tesoros de la casa del rey y también rehenes, y se volvió a Samaria. 14,15 Lo demás referente a Joas, su valentía y cómo combatió contra Amasías, rey de Judá, está escrito en el libro de las Crónicas de los reyes de Israel. 14,16 Cuando Joas se acostó con sus padres, lo sepultaron en Samaria junto a sus padres, y su hijo Jeroboam reinó en su lugar. 14,17 En cuanto a Amasías, sobrevivió quince años después de la muerte de Joas, rey de Israel. 14,18 Lo demás referente a Amasías está escrito en el libro de las Crónicas de los reyes de Judá. 14,19 Hubo gente que conspiró contra él en Jerusalén; Amasías fue a refugiarse a Laquis, pero ellos lo persiguieron y lo mataron en esa ciudad. 14,20 Su cuerpo fue traído de allí en un carro, y lo sepultaron en Jerusalén con sus padres, en la ciudad de David. 14,21 Luego, todo el pueblo de Judá tomó a Ozías, que tenía dieciséis años, y lo proclamaron rey, en lugar de su padre Amasías. 14,22 Reconstruyó Elat y la devolvió a Judá, después que murió el rey su padre. Reinado de Jeroboam II en Israel 14,23 +Jeroboam, hijo de Joas, rey de Israel, comenzó a reinar en Samaria en el año quince del reinado de Amasías, rey de Judá. Reinó cuarenta y un años y 14,24 durante su reino se portó mal con Yavé, pues no se apartó de los pecados con que Jeroboam, hijo de Nabat, hizo pecar a Israel. 14,25 El restableció las fronteras de Israel desde la entrada de Jamat, hasta el Mar Muerto, según la palabra que Yavé, Dios de Israel, había dicho por boca de su siervo el profeta Jonás, hijo de Amitai, que era de Gatjefer. 14,26 Es que Yavé había visto la miseria amarga en extremo de Israel. Ya no había nadie, ni esclavo, ni libre, que ayudara a Israel. 14,27 Yavé no había decidido borrar el nombre de Israel de debajo de los cielos y los salvó por mano de Jeroboam, hijo de Joas. 14,28 Lo demás referente a Jeroboam, todo lo que hizo y la valentía con que peleó, y como combatió, devolviendo Jamat y Damasco a Israel, está escrito en él libro de las Crónicas de los reyes de Israel 14,29 Cuando murió Jeroboam, fue sepultado con los reyes de Israel, y reinó en su lugar su hijo Zacarías. Reinado de Azarías en Judá 15,1 15,2 15,3 15,4 15,5 Azarías, hijo de Amasías, rey de Judá, comenzó a reinar el año veintisiete del reinado de Jeroboam en Israel. Tenía dieciséis años cuando comenzó a reinar y reinó cincuenta y dos años en Jerusalén; su madre era Jolía, de Jerusalén. Hizo lo que agrada a Yavé, igual como lo había hecho su padre Amasías Sólo que no desaparecieron los Santuarios de Lomas; en ellos el pueblo siguió ofreciendo sácrificios y quemando incienso. El rey fue víctima de una plaga de Yavé, pues enfermó de lepra, y quedó leproso hasta el día de su muerte. Varió en una casa aislada, mientras Jotam, su hijo, estaba al frente de la casa del rey y administraba justicia al reino. Lo demás referente a Azarías, todo lo que hizo, está escrito en el libro de las Crónicas de los reyes de Judá. Cuando murió Azarías, lo sepultaron con sus padres en la ciudad de David, y su hijo Jotam le sucedió. Comment: Aquí se describe la caída del reino del norte. Samaria es tomada el año 721 antes de Cristo. Sus habitantes son desterrados al otro extremo del imperio asirio, y habitantes de esas provincias lejanas son traídos en su lugar, mezclándose con el pueblo del campo. Esta era la costumbre de los conquistadores asirios: desplazar y mezclar las poblaciones para impedir que se subleven. A partir de este momento, los samaritanos, o sea, los israelitas del norte, serán un pueblo mestizo, racial y religiosamente, por lo que los israelitas de Judá nunca los considerarán como sus iguales. En el tiempo de Jesús, siete siglos después, los samaritanos serán los vecinos con los que no se convive, porque hay más recelos que comunes recuerdos. Así desaparece el más importante de los reinos originarios del de David y Salomón: dos siglos han transcurrido desde la muerte de éste. Entre los judíos quedará una esperanza: cuando venga el Mesías reunirá a Judá e Israel y llamará a todos los que estaban dispersos entre las naciones (ver Ez 37,15). Comment: La Biblia no dedica más que este párrafo al reino de Jeroboam, rey de Israel (783-743), a pesar de que restableció la grandeza y prosperidad del reino. El autor ve en las victorias de Jeroboam II una última gracia de Dios para su pueblo humillado. Esa prosperidad, sin embargo, acarrea la explotación del pueblo. Es el momento en que los profetas Oseas y Amós anuncian, ante la incredulidad de todos, que dicha prosperidad será breve, por ser injusta. AI morir Jeroboam, el reino de Samaria se acerca a su fin. Por otra parte, sigue la división religiosa y los israelitas del norte, aislados del centro religioso de Jerusalén, no lograrán mantener su fe frente a las corrientes paganas. 15,6 15,7 Los últimos reyes de Israel 15,8 Zacarías, hijo de Jeroboam, comenzó a reinar sobre Israel, en su capital de Samaria, el año treinta y ocho de Azarías, rey de Judá. Durante tos seis meses que se mantuvo en el poder, 15,9 se portó mal con Yavé, igual que sus padres, pues no se apartó de los pecados con que Jeroboam, hijo de Nabat, hizo pecar a Israel. 15,10 Selum, hijo de Jabés, conspiro contra él, lo hirió en Jibleam, lo mató y reinó en su lugar. 15,11 Lo demás referente a Zacarías está escrito en el libro de las Crónicas de los reyes de Israel. 15,12 Así se cumplió la palabra que Yavé había dicho a Jehú: «Tus hijos hasta la cuarta generación se sentarán en el trono de Israel.» Y así fue. 16 + Librodot Librodot Sagrada Biblia – 2 Reyes Anónimo 17 15,13 Selum, hijo de Jabés, comenzó a reinar el año treinta y nueve de Ozías, rey de Judá, y reinó un mes en Samaria. 15,14 Luego Menajem, hijo de Gadí, se rebeló contra él en Tirsa, llegó a Samaria y dio muerte a Selum en esta ciudad. Habiendo muerto Selum, Menajem reinó en su lugar. 15,15 Lo demás referente a Selum y la conspiración que tramó está escrito en el libro de las Crónicas de los reyes de Israel. 15,16 Entonces, Menajem se apoderó de Tapuaj y mató a todos sus habitantes, devastando su territorio desde Tirsa, porque no quisieron abrirle las puertas. Y a todas las mujeres embarazadas les abrió el vientre. 15,17 Menajem, hijo de Gadí, comenzó a reinar en Israel en el año treinta y nueve de Azarías, rey de Judá. Reinó diez años en Samaria 15,18 y también se portó mal con Yavé, pues no se apartó de los pecados con que Jeroboam, hijo de Nabat, hizo pecar a Israel. 15,19 En su tiempo, Pul, rey de Asur, invadió la tierra de Israel, y Manajem tuvo que darle mil talentos de plata para que el rey de Asur lo recibiera como aliado y lo mantuviera en el poder. 15,20 Menajem exigió el dinero a todos los hombres ricos e importantes de Israel, para darlo al rey de Asur: cincuenta monedas de plata cada uno. Con esto, se volvió el rey de Asur y no se detuvo allí en el país. 15,21 Lo demás referente a Menajem y todo lo que hizo, está escrito en el libro de las Crónicas de los reyes de Israel. 15,22 Cuando murió Menajem, su hijo Pecajías le sucedió. 15,23 Pecajías, hijo de Menajem, comenzó a reinar sobre Israel, en Samaria, el año cincuenta de Azarías, rey de Judá. Reinó dos años, 15,24 durante los cuales se portó mal con Yavé y no se apartó de los pecados con que Jeroboam hizo pecar a Israel. 15,25 Su general ayudante Pecaj, hijo de Romelías, se rebeló contra él y, encabezando unos cincuenta hombres de la provincia de Galaad, vino a darle muerte en Samana, en la torre del palacio. Muerto el rey, Pecaj le sucedió. 15,26 Lo demás referente a Pecajías, y todo lo que hizo, está escrito en el libro de las Crónicas de los reyes de Israel. 15,27 En el año cincuenta y dos de Azarías, rey de Judá, Pecaj, hijo de Romelías, comenzó a reinar sobre Israel, en su capital Samaria. Reinó veinte años 15,28 y se portó mal con Yavé, pues no se apartó de los pecados con que Jeroboam hizo pecar a Israel. 15,29 En tiempo de Pecaj, vino Teglatfalasar, rey de Asur, y se apoderó de Ayón, Abel-Bet-Maca, Janoaj, Quedes, Jasor, el territorio de Galaad y Galilea y todo el país de Neftalí, y deportó a sus habitantes a Asur. 15,30 Oseas, hijo de Elá, se conjuró contra Pecaj, hijo de Romelías, le dio muerte y reinó en su lugar. 15,31 Lo demás referente a. Pecaj y todo lo que hizo está escrito en el libro de las Crónicas de los reyes de Israel. Reinado de Jotam en Judá 15,32 Jotam, hijo de Ozías, rey de Judá, comenzó a reinar en el año segundo de Pecaj, hijo de Romerías, rey de Israel. 15,33 Jotam tenía veinticinco años cuando comenzó a reinar y reinó dieciséis años en Jerusalén; su madre era Jerusa, hija de Sadoc. 15,34 Hizo lo que agradaba a Yavé, igual como lo había hecho su padre, 15,35 sólo que no desaparecieron los Santuarios de Lomas, donde el pueblo siguió ofreciendo sacrificios y quemando incienso. El construyó la Puerta Alta de la Casa de Yavé. 15,36 Lo demás referente a Jotam, lo que hizo, está escrito en el libro de las Crónicas de los reyes de Judá. 15,37 En aquellos días, comenzó Yavé a enviar contra Judá a Rasín, rey de Aram, y a Pecaj, hijo de Romelías. 15,38 Cuando murió Jotam, lo sepultaron con sus padres en la ciudad de su antepasado David y su hijo Ajaz le sucedió. Reinado de Ajaz en Judá 16,1 En el año diecisiete del reinado de Pecaj, hijo de Romelías, comenzó a reinar Ajaz, hijo de Jotam, rey de Judá. 17 Librodot Librodot 16,2 16,3 Sagrada Biblia – 2 Reyes Anónimo 18 16,4 16,5 16,6 16,7 16,8 16,9 16,10 16,11 16,12 16,13 16,14 16,15 16,16 16,17 16,18 16,19 16,20 Tenía Ajaz veinte años cuando empezó a reinar y reinó durante dieciséis años en Jerusalén. No hizo lo que agradaba a Yavé, su Dios, como lo había hecho su padre David. Todo lo contrario, anduvo por el camino de los reyes de Israel e incluso sacrificó por el fuego a su hijo, según las prácticas odiosas de esas naciones que Yavé había echado fuera del país para que los hijos de Israel ocuparan su lugar. Ofreció sacrificios en los santuarios de lomas, en las colinas y bajo todo árbol frondoso. Entonces subió Rasín, rey de Aram, y Pecaj, hijo de Romelías, rey de Israel, para combatir contra Jerusalén. La cercaron, pero no pudieron conquistarla En aquel tiempo, Rasín, rey de Aram, recobró Elat y le impuso su autoridad, expulsando a los judíos de Elat. Los edomitas entraron a Elat y habitaron allí hasta el día de hoy. Ajaz mandó mensajeros a Teglatfalasar, rey de Asar, para decirle: «Soy tu siervo y tu hijo. Ven, pues, y sálvame de manos del rey de Aram y de manos del rey de Israel, que me hacen las guerras.» Ajaz tomó la plata y el oro que había en la Casa de Yavé y los tesoros de la casa del rey y se lo mandó al rey de Asur como regalo. El rey de Asur le hizo caso y fue a atacar Damasco, se apoderó de esa ciudad y desterró a sus habitantes a Quir, después de ejecutar a Rasín. Entonces el rey Ajaz fue a Damasco para entrevistarse con Teglatfalasar, rey de Asur, y, viendo el altar que había en Damasco, envió al sacerdote Urías las medidas de este altar junto con un dibujo que lo representaba exactamente en todos sus detalles. El sacerdote Urías construyó un altar conforme al dibujo que el rey le había mandado de Damasco y lo terminó antes que éste regresara de allá. Cuando el rey regresó de Damasco, vio el altar, se acercó y subió a él. Mandó quemar sobré el altar sus holocaustos y sacrificios. Hizo su libación y derramó la sangre de sus sacrificios de comunión. Trasladó el altar de bronce que estaba ante Yavé, delante de la Casa, entre el altar nuevo y la Casa de Yavé, y lo colocó al lado del altar nuevo, hacia el norte. El rey Ajaz ordenó al sacerdote Urías: Sobre este altar grande quemarás el holocausto de la mañana y el sacrificio de la tarde, el holocausto del rey y su sacrificio, los holocaustos de la gente del pueblo, sus sacrificios y libaciones. Derramarás sobre él toda la sangre de los holocaustos y la de los sacrificios. En cuanto al altar de bronce, yo me ocuparé de él.» El sacerdote Urías hizo tal como el rey le había ordenado. El rey desmontó los paneles de las bases, quitó de encima de ellos el lavatorio, hizo bajar la gran pileta de bronce de encima de los bueyes que la sostenían y la colocó sobre un pavimento enlosado. En cuanto al estrado del trono que se había construido dentro de la Casa de Yavé, y la entrada exterior del rey, los quitó porque así se lo pidió el rey de Asur. Lo demás referente a Ajaz y lo que hizo está escrito en el libro de las Crónicas de los reyes de Judá. Cuando murió Ajaz, lo sepultaron con sus padres en la ciudad de David, y su hijo Ezequías le sucedió. Fin del reino de Israel en el Norte 17,1 17,2 17,3 17,4 Oseas, hijo de Elá, comenzó a reinar en Israel en el año doce de Ajaz, rey de Judá. Reinó durante nueve años en la ciudad de Samaria, y se portó mal con Yavé, aunque no como los anteriores reyes de Israel. Salmanasar, rey de Asur, vino con su ejército a atacar a Oseas, el cual tuvo que someterse y pagarle impuesto. Pero el rey de Asur descubrió que Oseas lo traicionaba, ya que había enviado mensajeros a So, rey de Egipto, y no le pagaba los impuestos como lo venía haciendo cada año. Salmanasar lo hizo detener y luego encarcelar. El ejército del rey de Asur sometió a todo el país de lsrael, y llegó a Samaria, que sitió durante tres años. En el noveno año de Oseas, el rey de Asiria tomó Samaria, desterró a los israelitas a Asur y los estableció en Jalaj, a orillas del Jabor, río de Gozán, como también en las ciudades de los medos. 17,5 17,6 Causas de la ruina de Israel 17,7 17,8 Esto sucedió porque los hijos de Israel habían pecado contra Yavé, su Dios, que los había sacado de la tierra de Egipto, donde estaban sometidos a Faraón, y se habían vuelto hacia otros dioses. Siguieron las costumbres de las naciones que Yavé había arrojado delante de ellos. 18 + Comment: La destrucción de Samaria tiene clara explicación para los historiadores: no podía resistir a Asiria, su poderoso vecino, y además le faltó la ayuda de Egipto. Sin embargo, la Biblia indica que la causa profunda es el haber traicionado a Yavé, que nunca abandona a sus elegidos. Siempre los historiadores alaban a su pueblo y tratan de disculpar sus fracasos. Todo lo contrario, los profetas de la Biblia acusan a su propio pueblo. Israel no es una nación como las demás. Fue elegida para servir a Yavé y, si no lo sirve, no tiene ya razón de existir. Sirvieron a sus repugnantes ídolos. Esa fue la raíz de todos los pecados de Israel. Israel se cansó de un Dios que no se ve y se interesó por los que se pueden ver y palpar. En todos los tiempos, el hombre se busca ídolos: Conocemos el culto del auto, de la televisión, de todo lo que se compra y que maravilla a los hombres. También están los dioses de carne, ídolos de la canción y del deporte, dioses por poco tiempo, pero más seguidos que el Dios que vive. Las religiones paganas invitaban a tener relaciones con las prostitutas sagradas; ahora se pensará en cierta cultura que prostituye a la mujer. Se sacrificaba a los niños (1 R 16,34); ahora mueren de hambre al lado de bancos más lujosos que templos. La idolatría del pueblo es la que lo mantiene cobarde cuando debería trabajar por la justicia; por eso los poderes de opresión le tiran esas píldoras envenenadas que son los cultos del fútbol, del sexo y del gadget. Fueron tras dioses vanos y se hicieron vanos ellos mismos. Jeremías dirá también: «Sirvieron a dioses extranjeros y por eso los enviaré como esclavos en tierras extranjeras» (Jer 16,13). Ver también Jueces 3,7 y Rom 1,24. Así, del desprecio de Dios viene la corrupción del hombre, y el que sirve a sus codicias y pasiones, prep1ara una sociedad esclavizadora. Librodot Librodot 17,9 17,10 17,11 Sagrada Biblia – 2 Reyes Anónimo 19 17,12 17,13 17,14 17,15 17,16 17,17 17,18 17,19 17,20 17,21 17,22 17,23 17,24 17,25 17,26 17,27 17,28 17,29 17,30 17,31 17,32 17,33 17,34 Los hijos de Israel maquinaron muchas cosas inconvenientes contra Yavé, su Dios. Construyeron santuarios en todas las ciudades, desde las torres de guardia hasta las ciudades fortificadas. Se pusieron imágenes y troncos sagrados sobre todas las lomas y bajo todo árbol frondoso. Allí quemaron incienso en sus santuarios de lomas como las naciones que Yavé había echado delante de ellos. Cometieron maldades, provocando a Yavé. Sirvieron a sus repugnantes ídolos a pesar de que Yavé les había dicho: «Ustedes no deben hacer tal cosa.» Yavé protestaba contra Israel y Judá por boca de todos los profetas y videntes, diciéndoles: «Vuelvan de sus malos caminos y guarden mis mandamientos y preceptos, conforme a las leyes que ordené a sus padres y que les mandé por medio de mis siervos, los profetas.» Pero no lo escucharon y se abstuvieron igual que sus padres, los cuales no habían creído en Yavé, su Dios. Despreciaron sus decretos y la alianza que había pactado con sus padres, y también las advertencias que les había hecho. Fueron tras dioses vanos y se hicieron vanos ellos mismos, como las naciones que los rodeaban, a pesar de que Yavé había dicho: «No harán como ellos.» Abandonaron todos los mandamientos de Yavé y se hicieron dos becerros de bronce. Se hicieron troncos sagrados y se arrodillaron ante todos los astros del cielo, y rindieron culto a Baal. Sacrificaron a sus hijos e hijas por el fuego, practicaron la adivinanza y la magia, y se prestaron a hacer lo malo a los ojos de Yavé, provocando su ira. Entonces Yavé se enojó muchísimo contra Israel y los arrojó lejos de su presencia, quedando solamente la tribu de Judá. Tampoco Judá guardó los mandamientos de Yavé, su Dios, sino que imitaron las costumbres que se practicaban en Israel. Por eso rechazó Yavé a toda la raza de Israel Los humilló y dejó que los invasores los arruinaran hasta que llegó el día en que los arrojó lejos de su presencia. Lo que es Israel, cuando se separó del reino de David y eligió por rey a Jeroboam, hijo de Nabat, éste apartó de Yavé a su pueblo y les hizo cometer un gran pecado. Pues los israelitas siguieron a Jeroboam en sus pecados y, en adelante, no se apartaron de ellos hasta que Yavé arrojó a Israel de su presencia, como había amenazado por medio de sus servidores los profetas; desterró a Israel de su tierra, al país de Asur, hasta el día de hoy. + El rey de Asur hizo venir pobladores de Babilonia, de Cutá, de Avá, de Jamat y de Sefarvayim, y 1os ubicó en las ciudades de Samaria, en lugar de los israelitas. Esta gente ocupó el país de Samaria y permaneció en sus ciudades. Al principio, cuando se establecieron allí, no veneraban a Yavé, y Yavé envió contra ellos leones que mataron a muchos. Entonces dijeron al rey de Asur: «Las personas que has desterrado y enviado a Samaria y a sus ciudades para poblarlas no saben cómo se debe honrar a Yavé, el Dios de aquel país, y él ha enviado leones que los matan.» Entonces el rey de Asur dio esta orden: «Que vuelva allá uno de los sacerdotes que hemos desterrado de Samaria; que vaya a vivir con aquella gente y que les enseñe la manera de honrar al Dios de aquella tierra.» Llegó, pues, uno de los sacerdotes que habían sido desterrados de Samaria, se quedó en Betel y les enseñó cómo debían honrar a Yavé. Así y todo, cada uno de aquellos pueblos se fabricó su dios, que colocaron en los santuarios de lomas que habían edificado los samaritanos; cada uno de éstos pueblos puso a su dios en la ciudad donde habitaba: los babilonios se hicieron un Sucot; lós habitantes de Cutá se hiicieron un Nergal; los habitantes de Jamat, un Asima; los de Avá, un Nimjaz y un Tartac. En cuanto a los de Sefarvayim, consumían por el fuego a sus hijos en honor de Adarmelec y Anamelec, sus dioses. Veneraban a Yavé, pero se hicieron sacerdotes de entre su gente, que servían a Yavé, en los santuarios de lomas. Honraban a Yavé y al mismo tiempo servían a sus dioses, según las costumbres del país de donde habían sido desterrados. Hasta el día de hoy, observan sus antiguas costumbres. En cuanto a los israelitas que han permanecido en Samaria, no honran a Yavé y no siguen sus preceptos y sus costumbres, según la Ley y los mandamientos que ha mandado a los hijos de Jacob, al que dio el nombre de Israel. 19 Comment: Los extranjeros que fueron traídos a Samaria encuentran dificultades que despiertan en ellos una inquietud religiosa: ¿acaso estará enojado contra nosotros el dios de este territorio por el hecho de que no le ofrecemos sacrificios? Frente a esta reacción de gente religiosa, pero de cultura primitiva, el autor destaca las exigencias de la fe: - no basta honrar a Yavé junto con otros dioses. El es el único, y pide que el hombre destruya todos los dioses que se forjó; no basta con ofrecer sacrificios a Yavé: es preciso cumplir su voluntad. Librodot Librodot Sagrada Biblia – 2 Reyes Anónimo 20 Comment: Empieza la última parte de los libros de los Reyes: la historia del único reino de Judá. La caída de Samaria y la desaparición del reino del norte alientan una renovación religiosa en el del sur. Ezequías hizo lo recto a los ojos de Yavé. Es el momento en que el profeta Isaías está presente junto al rey Ezequías (716-687 antes de Cristo). Si bien éste no alcanzó, ni mucho menos, la fe de David, se dedicó a promover la fidelidad a Yavé. Suprimió los santuarios de lomas: Aquí notamos el esfuerzo de los reyes de Judá para que no hubiera otro lugar de culto que el Templo de Jerusalén. Pues en los numerosos santuarios de la provincia, la gente iba a ofrecer sus sacrificios a Yavé en condiciones tales que, ordinariamente, se mezclaban muchas prácticas paganas. Al destacar el monopolio del Templo de Jerusalén, donde sacerdotes y levitas más instruidos vigilan la pureza de la fe, Ezequías favorece la reforma de la religión. Respecto a la serpiente de bronce que Ezequías destruyó, ver Núm 21,3. También es cierto que llegaron del norte numerosos sacerdotes y levitas fugitivos. Varios de ellos habían procurado mantener la fe de Yavé y la unidad religiosa. Llevaban consigo libros sagrados y... [4] Comment: En el 701, de Laquis, el rey de Asur, envía a sus generales para exigirle a Ezequías que se rinda. Pero tiene que volver a su país y no puede cumplir sus amenazas. Este relato está en 18 17-19, y se concluye en 19,36-37 En el 690, nueva intervención contada en 19,9-35. Esa vez «salió el ángel de Yavé y mató en el campamento asirio a ciento ochenta y cinco mil soldados». El célebre historiador pagano Herodoto relata el aniquilamiento súbito de este ejército por una epidemia de peste. ¡Qué acontecimiento más natural! Y, sin embargo, en el momento en que la Ciudad Santa iba a caer y en que, por lo tanto, las promesas de Dios parecían fallar, algunos ratones llevan el virus mortífero: el autor de la Biblia no se equivoca al ver en ello una manifestación de Dios: Jerusalén fue liberada como lo había anunciado Isaías. Estos dos capítulos están reproducidos casi en los mismos términos en el libro de Isaías cap. 36 y 37. Por eso destacamos aquí solamente el relato de la primera liberación y, en Isaías 37, se destaca el de la segunda liberación. Hagan las paces conmigo y pónganse a mi servicio. El rey de Asiria propone la paz con esta condición: que los habitantes... de [5] 17,35 Yavé había hecho una alianza con ellos, ordenándoles: No honren a otros dioses ni se postren ante ellos, ni les sirvan ni les ofrezcan sacrificios. 17,36 Solamente a Yavé, que los hizo salir de la tierra de Egipto con la fuerza de su brazo, a él lo honrarán, ante él se postrarán y a él ofrecerán sacrificios. 17,37 Guardarán los preceptos, las decisiones, la Ley y los mandamientos que les di por escrito; ustedes los cumplirán todos los días y no adorarán a dioses extránjeros. 17,38 No olviden la alianza que hice con ustedes y no adoren a dioses extranjeros, 17,39 sino que adoren sólo a Yavé, su Dios, y él los librará de la mano de todos sus enemigos. 17,40 Pero ellos no hicieron caso a las palabras de Yavé, como habían acostumbrado hacer. 17,41 Así, pues, aquellos hombres, al mismo tiempo que honraban a Yavé, servían también a sus ídolos; y, después de ellos, sus hijos y los hijos de sus hijos continúan haciendo lo que hacían sus padres. Reinado de Ezequías en Judá 18,1 18,2 + Ezequías, hijo de Ajaz, comenzó a reinar en Judá en el tercer año de Oseas, rey de Israel. Tenía entonces veinticinco años y su reinado en Jerusalén duró veintinueve años. Su madre era Abijá, hija de Zacarías. 18,3 Hizo lo que es recto a los ojos de Yavé, imitando a David, su antepasado. 18,4 Suprimió los santuarios de lomas, quebró las piedras paradas y cortó los troncos sagrados. También destruyó la serpiente de bronce que Moisés había fabricado en el desierto, pues hasta ese tiempo, los israelitas le ofrecían sacrificios y 1a llamaban Nejustán. 18,5 Confió en Yavé más que cualquiera de los reyes de Judá que lo precedieron o que le sucedieron y nunca se alejó de él. 18,6 Guardó los mandamientos que Yavé había dado por intermedio de Moisés. 18,7 Por eso, Yavé estuvo con él: tuvo éxito en todo lo que emprendía. Se rebeló contra el rey de Asur y ya no le estuvo sometido. 18,8 Se impuso a los filisteos hasta Gaza y se apoderó de su país desde las torres de vigilancia hasta las ciudades fortificadas. 18,9 En el año cuarto del reinado de Ezequías, que es el año séptimo de Oseas, hijo de Elá, rey de Israel, vino Salmanasar, rey de Asur, contra Samaria y la sitió. 18,10 Al cabo de tres años la conquistó. En el año sexto de Ezequías, que es el noveno de Oseas, rey de Israel, fue conquistada Samaria. 18,11 El rey de Asur deportó a los israelitas a Asur y los ubicó en Jalaj, sobre el Jabor, río de Gozán, y en las ciudades de los medos. 18,12 Esto les sucedió porque no escucharon la voz de Yavé, su Dios, y rompieron la Alianza; lo que Moisés, siervo de Yavé, había ordenado, ni lo escucharon ni lo praticaron. Invasión de Senaquerib 18,13 +El año catorce del reinado de Ezequías subió Senaquerib, rey de Asur, invadió Judá, sitió todas las ciudades fortificadas y se apoderó de todas ellas. 18,14 Ezequías, rey de Judá, mandó decir a Senaquerib, que se hallaba en Laquis: «He actuado mal, deja de atacarme y haré lo que tú me digas.» El rey de Asur impuso a Ezequías una contribución de trescientos talentos de plata y treinta de oro. 18,15 Ezequías, pues, le entregó todo el dinero que se hallaba en la Casa de Yavé y los tesoros de la casa real. 18,16 Fue en aquel entonces cuando Ezequías mandó arrancar de las puertas de la Casa de Yavé las planchas de oro con que él mismo las había revestido, y las entregó al rey de Asur. 18,17 El rey de Asur mandó desde Laquis a uno de sus generales con una numerosa tropa para que encontraran a Ezequías. Subió a Jerusalén, y se detuvo en el canal del estanque superior, que está junto al camino del Campo del Batanero. 18,18 El general pidió hablar con el rey. Este mandó como representante a su mayordomo Elyaquim, al secretario Sobnia y al ministro Joaj, hijo de Asaf. 18,19 El general les dijo: «Transmitan este recado a Ezequías: 18,20 ¿En qué te confías? ¿Acaso crees que las palabras valen la sabiduría y pueden reemplazar la fuerza en el combate? ¿En quién te apoyas para rebelarte contra mí? 18,21 Ya sé, tú cuentas con la ayuda de esa caña rota que es Egipto, que rompe y traspasa la mano del que se apoya en ella. Así se porta Faraón con todos los que confían en él. 20 Librodot Librodot Sagrada Biblia – 2 Reyes Anónimo 21 18,22 Ustedes tal vez me dirán: «No es cierto, porque nosotros solamente hemos confiado en Yavé.» Pero ¿no son justamente sus altares y sus santuarios de lomas 1os que ha suprimido Ezequías, diciendo a la gente de Judá y de Jerusalén: Ustedes deben postrarse únicamente delante de ese altar? 18,23 Pues bien, haz una apuesta con mi señor, el rey de Asur. Yo te doy dos mil caballos, si puedes encontrar a dos mil jinetes para montarlos. 18,24 Pero ni siquiera eres capaz de hacer retroceder al más insignificante de los generales de mi rey. ¡Tú creíste que Egipto te daría carros y caballerías! 18,25 Y ahora: ¿Piensas tú que he subido a este lugar para destruirlo sin el permiso de Yavé? Es precisamente Yavé quien me dijo: Sube a esta tierra y destrúyela.» 18,26 Entonces Eyaquim, Sobna y Joaj respondieron al general: «Por favor, háblanos a nosotros, tus siervos, en idioma arameo, ya que lo entendemos, pero no nos hables en judío frente a esta gente que está encima de la muralla.» 18,27 Pero el general contestó: «¿Ustedes se figuran que mi patrón me mandó a decirles estas cosas nada más que a su patrón y a ustedes, no a la gente que está arriba y que junto con ustedes está condenada a comer excrementos y beber sus orines?» 18,28 Entonces el general se puso de pie y hablando en alta voz pronunció en judío: estas palabras: 18,29 «Oigan el mensaje del gran rey de Asur. Así habla el rey: No se dejen engañar por Ezequías, porque no los podrá salvar. 18,30 Ni lo crean cuando trata de que ustedes confíen en Yavé y les dice que esta ciudad no será conquistada por el rey de Asur. 18,31 Escuchen más bien al rey de Asur que les dice: Hagan las paces conmigo y pónganse a mi servicio. Así todos podrán comer de su viña y de su higuera y tomar agua de su propio estanque. 18,32 Luego los vendré a buscar y los llevaré a una tierra igual a ésta, una tierra de trigo y vino, tierra de pan y viñas, tierra de aceite y miel. Así vivirán en vez de morir de hambre. Pero no escuchen a Exequias, que los engaña diciéndoles que Yavé los librará. 18,33 ¿Acaso los dioses de las otras naciones han protegido cada uno a su país contra el rey de Asur? 18,34 Dónde están los dioses de Jamat y de Arfad, de Sefarvaim, de Hená y de Avó? 18,35 ¿Cuál de todos los dioses de esos países ha librado su tierra de mi poder? ¿Cómo entonces Yavé librará a Jerusalén?» 18,36 El pueblo guardó silencio y nadie le respondió, pues ésta era la orden del rey: No le respondan nada.» 18,37 Después de esto, Elyaquim, hijo de Helcías, mayordomo del palacio, el secretario Sobna, y Joaj, hijo de Asaf, canciller, volvieron a Ezequías con sus vestiduras rasgadas y le contaron las palabras de Rabsaces. 19,1 19,2 19,3 19,4 19,5 19,6 19,7 19,8 19,9 Cuando terminaron de hablar, el rey Ezequías rasgó sus vestiduras, se puso un saco y se fue a la Casa de Yavé. En seguida mandó a Elyaquim, a Sobna y a los ancianos de los sacerdotes, todos vestidos con sacos, a donde Isaías, el profeta, hijo de Amós Ellos lo consultaron así de parte de Ezequías: «Este es un día de angustia, de castigo y de vergüenza. Los hijos están para nacer, y falta la fuerza para darlos a luz. Ojalá que Yavé haya escuchado las palabras del general que mandó el rey asirio para insultar al Dios vivo. Ojalá Yavé, tu Dios, castigue lo que ha oído. Y tú; ruégale por los pocos que todavía quedamos.» Isaías les contestó: «Ustedes dirán a su señor esta palabra de Yavé: No te asustes por las injurias que escuchaste, por las que me blasfemaron los mozos del rey de Asur. Lo voy a impresionar con una noticia, de manera que vuelva a su país, y en su país será asesinado.» Se fue el general y encontró al rey de Asur que estaba atacando la ciudad de Libna. Pues sabía que el faraón Taraca había salido a atacarlo y por eso se había ido de su campamento de Laquis. Carta del rey de Asur a Exequias 19,10 De nuevo, el rey de los asirios mandó mensajeros a Ezequías diciéndoles: «Así dirán a Ezequías, rey de Judá: que no se burle de ti tu Dios en quien confías, cuando te hace creer que no caerá Jerusalén en manos del rey de Asur. 19,11 Sabes muy bien lo que los reyes de Asur han hecho con todos los demás países y cómo los han destruido totalmente, y ¿crees tú que te vas a librar? 19,12 ¿Acaso los dioses de las naciones libraron a alguna de las que fueron exterminadas por mis padres? ¡Acuérdate de Gozan, Jarán, Resef, de los arameos que estaban en Telbasar! 21 Librodot Librodot Sagrada Biblia – 2 Reyes Anónimo 22 19,13 ¿Dónde está el rey de Jamat, el de Arfad, el de Sefarvayim, el de Hena y el de Avá?» 19,14 Ezequías tomó la carta que le traían los mensajeros y la leyó. Luego subió a la Casa de Yavé y la desenrolló delante de Yavé. 19,15 Le dirigió esta súplica: «Yavé, Dios de Israel, que estás sentado sobre los querubines, tú eres el único Dios de todos los reinos de la tierra; tú eres el creador de los cielos y de la tierra. Atiéndeme, Yavé, y escucha. 19,16 Abre, Yávé, tus ojos y mira. Mira, Yavé, las palabras de Senaquerib con que manda a insultar al Dios vivo. 19,17 Es cierto, Yavé, que los reyes de Asur han exterminado naciones y sus habitantes 19,18 y han arrojado sus dioses al fuego, porque éstos no eran dioses, sino obras de la mano del hombre, hechos de madera o piedra; por eso han sido destruidos. 19,19 Ahora, pues, Yavé, Dios nuestro, líbranos de caer en sus manos, para que todos los reinos de la tierra sepan que tú, Yavé, eres el único Dios.» Intervención de Isaías 19,20 Isaías, hijo de Amós, mandó a decir a Ezequías: «Esto es lo que dice Yavé, Dios de Israel: He escuchado tu súplica acerca de Senaquerib, rey de Asur. 19,21 Esta es la sentencia que Yavé pronuncia contra él: La virgen, hija de Sión, te desprecia y se burla de ti. Mueve la cabeza a tus espaldas, la hija de Jerusalén. 19,22 ¿A quién piensas que has insultado tú, y de quién has blasfemado? ¡Del Santo de Israel! 19,23 Por boca de tus mensajeros has insultado a Yavé y dijiste: Con mis muchos carros armados subo a la cumbre de los montes, a las laderas del Líbano. He derribado sus altos cedros, sus cipreses más hermosos y sus mejores abetos; he penetrado hasta sus últimos refugios y las frondosas selvas de su Carmelo. 19,24 Yo he cavado pozos, he bebido en tierras extranjeras y secaré bajo la planta de mis pies todos los canales de Egipto.» 19,25 Pero Yavé dice: «He preparado esto que ahora ejecuto. Tú tenías que convertir las ciudades fortificadas en un montón de ruinas. 19,26 Sus habitantes, de débiles manos, confusos y aterrados, no podían hacer nada. Fueron como hierba del campo, hierba de tejado, pasto quemado por el viento de oriente. 19,27 Si te levantas o te sientas, si sales o entras, yo lo sé, y también cuando te enojas conmigo. 19,28 Te has levantado contra mí: he oído hablar de tu orgullo. Por eso, yo pondré mi anillo en tus narices, mi freno en tu boca, y voy a devolverte por el camino por el que has venido.» 19,29 Yavé dice: «La señal será ésta: Coman este año lo que hallen y el año siguiente lo que crece por sí mismo. Al año tercero, podrán sembrar y cosechar, plantar viñas y comer sus frutos. 19,30 El resto que se salve del pueblo de Judá echará raíces por debajo y frutos en lo alto. 19,31 Porque saldrá un resto del pueblo de Jerusalén, y supervivientes del monté Sión; el celo amoroso de Yavé de los Ejércitos lo hará.» 19,32 Por eso, así dice Yavé respecto al rey de Asur: «No pondrá pie en esta ciudad, no lanzará flechas contra ella, no levantará escudo, ni la cercará con trincheras. Volverá por el camino que ha venido, 19,33 no entrará en esta ciudad.» 19,34 Así dice Yavé: «Protegeré esta ciudad y la salvaré para defender mi honor, y por fidelidad a mi siervo David.» 19,35 Aquella misma noche, salió el Angel de Yavé y mató en el campamento asirio a ciento ochenta y cinco mil soldados; a la hora de despertar, sólo se veían cadáveres. 19,36 Senaquerib, rey de los asirios, levantó el campamento y se marchó, volviéndose a Nínive, donde permaneció. 19,37 Un día que estaba arrodillado en el templo de su dios Nisroc, sus hijos Adrammelec y Sarecer lo asesinaron a puñaladas. Y luego se pusieron a salvo en el país de Araran. Le sucedió en el trono su hijo Asarjadón. Enfermedad de Exequias 22 Librodot Librodot 20,1 20,2 20,3 20,4 20,5 20,6 20,7 20,8 20,9 20,10 20,11 20,12 20,13 Sagrada Biblia – 2 Reyes Anónimo 23 20,14 20,15 20,16 20,17 20,18 20,19 20,20 20,21 En aquellos días, Ezequías cayó enfermo de muerte. El profeta Isaías, hijo de Amós, vino a decirle: «Esto dice Yavé: Dispón y arregla tus cosas, porque vas a morir.» Ezequías volvió su rostro a la pared y oró a Yavé, diciendo: «Ah, Yavé, dígnate recordar que yo te he servido con fidelidad y corazón bueno, haciendo lo que te agrada.» Y Ezequías lloró con abundantes lágrimas. Antes que Isaías hubiera salido del patio central, le fue dirigida la palabra de Yavé, diciendo: «Vuelve y dile a Ezequías, jefe de mi pueblo: Esto dice Yavé, Dios de tu padre David: He oído tu súplica y he visto tus lágrimas; te doy la salud. En tres días más, subirás a la Casa de Yavé. Además de esto te libraré del poder del rey de los asirios, a ti y a esta ciudad, á la que amparo para defender mi honor y por fidelidad a mi siervo David.» Isaías dijo: «Tomen una masa de higos.» La tomaron y la aplicaron sobre la úlcera y sanó. Ezequías dijo a Isaías: «¿Cuál será la señal de que Yavé me va a sanar y que dentro de tres días subiré a la Casa de Yavé?» Isaías respondió: Esta será para ti, de parte de Yavé, la señal de que Yavé hará lo que ha dicho: ¿Quieres que la sombra del segundo piso avance diez gradas o que las retroceda?» Ezequías dijo: «Es fácil para la sombra extenderse diez gradas, pero sería estupendo que la sombra retroceda diez gradas.» El profeta Isaías invocó a Yavé, y Yavé hizo retroceder la sombra línea por línea, en las diez gradas que ya había subido. En aquel tiempo, Merodac-Baladan, hijo de Baladan, rey de Babilonia, envió cartas y un regalo a Ezequías porque supo que había estado enfermo. Se alegró Ezequías por su venida y enseñó a los enviados su cámara del tesoro; la plata, el oro, los aromas, el aceite oloroso, sus armas y todo cuanto había en el tesoro. No hubo cosa en su palacio, ni de todo lo que poseía, que Ezequías no mostrara. Fue entonces el profeta Isaías donde el rey y le dijo: «¿Qué han dicho estos hombres, y de dónde han venido?» El rey respondió: «Han venida de un país lejano, Babilonia.» Dijo Isaías: «¿Y que han visto en tu casa?» El rey respondió: «Han visto todo cuanto hay en mi casa; no hay nada de mis tesoros que no les haya mostrado.» Entonces Isaías dijo al rey: «Escucha esta palabra de Yavé: Vendrán días en que todo lo que hay en tu casa y todo lo que reunieron tus padres hasta el día de hoy, será llevado a Babilonia; nada quedará, dice Yavé: Se tomará de entre tus hijos, los que nacieron de tu sangre, para que sean eunucos en el palacio del rey de Babilonia.» Respondió Ezequías a Isaías: «Es una buena palabra de Yavé que me dices.» Pues pensaba: ¿Qué me importa a mí, si tengo paz y seguridad en mis días? Lo demás referente a Ezequías, toda su valentía, cómo construyó el gran estanque, y cómo trajo las aguas a la ciudad, está escrito en el libro de las Crónicas de los reyes de Judá. Cuando Ezequías se acostó con sus padres, su hijo Manasés reinó en su lugar. Comment: Sigue la experiencia trágica del pueblo de Dios. Después de Ezequías y sus reformas, su hijo Manasés toma la actitud opuesta. Un rey incrédulo que, además, promueve abiertamente la idolatría y persigue a los fieles de Yavé, como Jezabel lo había hecho un siglo antes en Israel. Manasés, con su gobierno impío y lleno de crímenes, logra destruir las esperanzas puestas en los descendientes de David a raíz de las reformas de Ezequías. Hicieron cosas peores que las que habían hecho las naciones. El creyente que no permanece fiel, fácilmente se descarría más que el malvado. Fue un reino de cuarenta y cinco años en que debieron callarse o esconderse fieles y profetas. La traición a la Alianza de Yavé fue tal que después de muerto Manasés, los profetas lo hicieron responsable de la caída de Jerusalén. Manases, rey impío 21,1 Manasés tenía doce años cuando comenzó a reinar, y reinó durante cincuenta y cinco años en Jerusalén. Su madre se llamaba Hepsiba. 21,2 Se portó muy mal con Yavé, imitando las pésimas prácticas de los pueblos a los que Yavé había quitado el país para dárselo a los israelitas. 21,3 Volvió a construir los santuarios de lomas que había destruido su padre, Ezequías. 21,4 Levantó altares al dios Baal e hizo un tronco sagrado semejante al que había hecho Ajab, rey de Israel. Se arrodilló ante todas las estrellas del cielo y las adoró. Construyó altares en los patios de la Casa de Yavé, de la cual éste había dicho: «En Jerusalén pondré mi Nombre.» 21,5 Edificó altares a todos los astros del cielo en los dos patios de la Casa de Yavé. 21,6 Sacrificó a su hijo por el fuego. Practicó los presagios y la magia, hizo traer adivinos y brujos, haciendo sin cesar lo que Yavé condena, y provocando así su ira. 21,7 Incluso colocó el tronco sagrado de la diosa Aserá en la Casa de Yavé, a pesar de qué Yavé había dicho a David y a Salomón, su hijo: «En esta Casa mía, en Jerusalén que elegí de entre todas las tribus de Israel, pondré mi Nombre para siempre. 21,8 Ya no permitiré que mi Nombre ande errante fuera de la tierra que di a sus padres, con tal de que ustedes traten de actuar según toda la Ley que les di por medio de mi servidor Moisés.» 21,9 Pero no escucharon, y Manasés los llevó a hacer cosas peores que las que habían hecho las naciones que Yavé había exterminado ante los israelitas. 21,10 Entonces habló Yavé por boca de sus siervos los profetas, diciendo: 23 + Librodot Librodot Sagrada Biblia – 2 Reyes Anónimo 24 21,11 «Manasés, rey de Judá, ha multiplicado las acciones pésimas y ha actuado peor que los mismos amorreos; ha sido causa de que también la gente de Judá pecara con sus repugnantes imágenes. 21,12 Por eso, voy a traer sobre Jerusalén y sobre Judá un mal tan grande que a quienes lo escuchen les zumbarán los oídos. 21,13 Jerusalén y sus reyes van a tener la suerte de Samaria y de la familia de Ajab. Fregaré a Jerusalén como se friega un plato para limpiarlo y, después, lo vuelven al revés. 21,14 Arrojaré el resto de mi pueblo y lo entregaré en manos de sus enemigos, para que sean su presa y botín. 21,15 Pues hicieron lo que me desagrada y me hicieron enojarme desde el día en que sus padres salieron de Egipto, hasta hoy.» 21,16 Manases derramó también sangre inocente, en tal cantidad que llenó a Jerusalén de punta a punta, además de los pecados con que hizo pecar a Judá. 21,17 Lo demás referente a Manasés, todo cuanto hizo y los pecados que cometió, está escrito en el libro de las Crónicas de los reyes de Judá. 21,18 Cuando murió Manasés, lo sepultaron en el jardín de su casa, en el jardín de Uzza, y su hijo Amón reinó en su lugar. 21,19 Amón tenía veintidós años cuando comenzó a reinar, y reinó dos años en Jerusalén; el nombre de su madre era Mesulemet, hija de Jarús, de la ciudad de Yotbá. 21,20 Se portó mal con Yavé, como había hecho su padre Manasés. 21,21 Siguió en todo los pasos de su padre, sirvió a los ídolos a los que había servido su padre y se postró ante ellos. 21,22 Abandonó a Yavé, Dios de sus padres, y no anduvo por sus caminos. 21,23 Los oficiales de Amón se conjuraron contra él y lo asesinaron en su casa. 21,24 Pero los Ciudadanos mataron a todos los que se habían conjurado contra el rey, y proclamaron en su lugar a su hijo Josías. 21,25 Lo demás referente a Amón y lo que hizo, está escrito en el libro de las Crónicas de los reyes de Judá. 21,26 Lo sepultaron en su sepulcro, en el jardín de Uzza, y reinó en su lugar su hijo Josías. Descubrimiento de la Ley 22,1 22,2 22,3 22,4 22,5 22,6 22,7 22,8 22,9 22,10 22,11 22,12 22,13 + Josías tenía ocho años cuando comenzó a gobernar, y reinó durante treinta y un años en Jerusalén. Su madre era Jedidá, hija de Asías, de Boscat. El hizo en todo lo que es recto a los ojos de Yavé, y siguió las huellas de David, su padre, sin desviarse para ningún lado. En el año dieciocho de su reinado, e1 rey Josías mandó a su secretario Safán, hijo de Asalía, hijo de Mesulan, a la Casa de Yavé, diciéndole: «Sube donde el sumo sacerdote Helquías, y dile que funda el dinero que la gente ofrece para la Casa de Yavé y que recogen los guardias de las puertas, y cuando lo haya fundido, que se lo entregue a los encargados de la Casa de Yavé. Con ese dinero pagarán a los que están haciendo las reparaciones de la Casa. Páguese con ello a los carpinteros y obreros de la construcción. Igualmente compren la madera y las piedras necesarias para las reparaciones de la Casa. Pero no se les pida cuenta de los gastos hechos, pues son gente honrada.» A1 recibirlo, el sumo sacerdote Helquías dijo al secretario Safán: «He hallado el libro de la Ley en la Casa de Yavé.» Helquías entregó el libro a Safán, que lo leyó. Luego fue Safán donde el rey para decirle: «Hemos reunido el dinero que estaba en la Casa, y ha sido entregado a los encargados de la Casa para hacer las reparaciones.» Después, Safán anunció al rey: El sacerdote Helquías me ha entregado un libro.» Y Safán leyó el libro para que lo conociera el rey. Al escuchar lo que decía el libro, el rey rasgó sus vestidos y ordenó a Helquías, a Ajicam, a Acbor, al secretario Safán y a Asías, su ministro, lo siguiente: «Vayan a consultar a Yavé sobre lo que dice este libro que encontraron. Consulten por mí, por el pueblo y todo Judá. Porque nuestros padres no escucharon lo que dice este libro, ni escucharon sus ordenanzas. Y por eso, grande es el enojo de Yavé contra nosotros.» El sacerdote Helquías, Ajicam, Acbor, Safán y Asías, fueron a consultar a la profetisa Joldá, esposa de Salum, hijo de Ticva, hijo de Jarjas, encargado del vestuario. Ella vivía en Jerusalén en la ciudad nueva. Ella les contestó: «Esto dice Yavé: 22,14 22,15 Comment: Josías siguió el recto camino como David, su padre. En los últimos días del reino de Judá, un rey «semejante a David» va a dedicarse a una renovación de la fe y de la alianza de Yavé, y a una reconquista del territorio de los antepasados. Muertos los reyes perseguidores, los fieles despiertan lentamente. En el año 622 antes de Cristo, el descubrimiento casual de la «Ley» sacude el reino. He hallado el libro de la Ley en la Casa de Yavé. Durante los reinados precedentes, los libros sagrados habían sido olvidados o escondidos. Lo que se descubrió fue seguramente lo esencial del Génesis, del Exodo y del Deuteronomio. Este último se debía principalmente a los levitas y sacerdotes que llegaron del norte a la caída de Samaria. Insistía sobre la fidelidad a la Alianza de Yavé, afirmando sin vacilar que éste era asunto de vida o muerte para el pueblo de Dios. Se puede notar el impacto de la palabra sagrada. Desde ese momento, Josías (que tiene entonces veintiséis años) se dedica antes que nada a modelar su vida y la de su pueblo sobre las exigencias de la Ley. Se da cuenta que la protección de Yavé es lo único que puede salvar a su pueblo frente a las grandes naciones. La descripción de todo lo que hubo de destruir da una idea de la ola de paganismo que, en tiempo de Manasés, lo había sumergido todo. 24 Librodot Librodot Sagrada Biblia – 2 Reyes Anónimo 25 22,16 Voy a traer el mal sobre este lugar y sobre sus habitantes, según todas las palabras del libro que ha leído el rey de Judá, 22,17 porque ellos me han abandonado y han quemado incienso en honor de otros dioses. Por todo lo que han hecho, estoy enojado contra este lugar, y el fuego de mi cólera no se apagará. 22,18 Ustedes transmitirán esta respuesta al rey de Judá, que los ha enviado a consultar a Yavé: Esto dice Yavé, Dios de Israel: No te alcanzarán las amenazas de este libro, 22,19 porque tu corazón se ha conmovido y has hecho penitencia en la presencia de Yavé al oír lo que he dicho contra este lugar y contra sus habitantes, pues este lugar será desolado y maldito. Pero tú has rasgado tus vestiduras y has llorado ante mí, y yo te he escuchado, dice Yavé. 22,20 Por eso voy a reunirte con tus padres; morirás y serás sepultado en paz,, sin haber visto ninguno de los males que voy a mandar contra este lugar.» Reforma de Josías 23,1 23,2 El rey mandó a llamar a su lado a todos los jefes de Judá y Jerusalén. Luego subió a la Casa de Yavé acompañado por toda la gente de Judá y Jerusalén. Fueron los sacerdotes con los profetas y todo el pueblo, desde el más chico hasta el más anciano. Estando todos reunidos, se leyó el Libro de la Ley hallado en la Casa de Yavé. El rey estaba de pie junto a la columna; pactó la alianza en presencia de Yavé, comprometiéndose a seguirlo, a guardar sus mandamientos y sus leyes, y a respetar sus ordenanzas. Se comprometió a mantener esta alianza según lo escrito en el Libro, con todo su corazón y toda su alma. Y todo el pueblo se comprometió con él. Entonces el rey ordenó al sumo sacerdote Helquías, así como a los sacerdotes de menor grado y a todos los porteros, que sacaran todos los objetos que se habían hecho para Baal, para Asera y para todos los astros del cielo. Los hizo quemar fuera de Jerusalén, en las tierras baldías del Cedrón, y arrojó sus cenizas a la sepultura común del pueblo. Los reyes de Judá habían establecido sacerdotes paganos que ofrecían sacrificios en los santuarios de lomas, en varias ciudades de Judá y alrededor de Jerusalén. Josías los suprimió, así como a los que ofrecían incienso a Baal, al sol, a la luna, a los astros y a todo el ejército del cielo. El Tronco Sagrado que estaba en la Casa de Yavé fue sacado de Jerusalén y llevado al torrente del Cedrón, donde fue quemado y sus cenizas echadas en la fosa común. El rey derribó la casa de los afeminados que se dedicaban a la prostitución (como se hace en la religión de Asera). Estaba dentro de los patios de la Casa de Yavé y en ella también las mujeres tejían velos para Asera. Luego de esto, hizo venir a Jerusalén a todos los sacerdotes de las ciudades de Judá y destruyó todos los santuarios de lomas donde habían ofrecido sacrificios, desde Bersebá en el sur hasta Gueba en el norte. Derribó el Santuario de las Puertas que estaba a la entrada de la puerta de Josué, gobernador de la ciudad. Estaba ubicado al lado izquierdo de la puerta de entrada a la ciudad. Los sacerdotes que habían servido en los santuarios de lomas fueron mantenidos como los de Jerusalén, pero no podían ofrecer los sacrificios en la Casa de Yavé. El rey hizo destruir el quemadero del valle de Ben-Hinnon, para que nadie ya sacrificara por el fuego a sus hijos e hijas, según el rito de Molec. Los caballos que los reyes de Judá habían dedicado al sol fueron suprimidos de la entrada de la Casa de Yavé; estaban cerca de la habitación del oficial del palacio Natanmeluc, en el atrio. Y los carros del sol fueron quemados. Había altares que los reyes de Judá habían construido en el techo del palacio de Ajaz. También había altares levantados por Manasés en los dos patios de la Casa de Yavé. Josías los hizo destruir todos y reducir a polvo, y los escombros se tiraron al torrente Cedrón. El rey destruyó los santuarios que estaban en las lomas frente a Jerusalén, al sur del monte de los Olivos. Salomón, rey de Israel, los había construido para Astarté, ídolo de los sidonios, para Camos, ídolo de Moab, y para Milcom, ídolo de los amonitas. El rey rompió las imágenes de los falsos dioses, cortó los troncos sagrados, y los lugares en donde se encontraban fueron llenados de huesos humanos para hacerlos impuros. + Estaba también el santuario de Betel, con el altar que Jeroboam, rey de Israel, había hecho. En este lugar el pueblo de Israel había mantenido un culto prohibido por Yavé. El rey lo derribó. Incendió el santuario y quemó el tronco sagrado. Mirando por todos lados, Josías divisó tumbas en el cerro; ordenó sacar los huesos y los quemó en el altar. Así se cumplió la palabra de Yavé, que un hombre de Dios había proclamado cuando Jeroboam estaba junto al altar durante una fiesta. 25 23,3 23,4 23,5 23,6 23,7 23,8 23,9 23,10 23,11 23,12 23,13 23,14 23,15 23,16 Comment: Josías, aprovechando la decadencia del imperio asirio, acababa de conquistar una parte del país de Israel del norte que desde un siglo atrás era provincia asiria. Ahí también va a destruir todos los santuarios, ídolos y costumbres que ofenden las exigencias de Yavé. Durante unos pocos años, los profetas creyeron que no se cumplirían las tan frecuentes amenazas de Yavé, que anunciaban la destrucción total de Israel. Aún ven en la reconquista el anuncio de los tiempos felices en que el Mesías reunirá a Judá e Israel en un solo pueblo con una sola alianza (Jer 31,31). Librodot Librodot Sagrada Biblia – 2 Reyes Anónimo 26 23,17 Josías notó la tumba de este hombre de Dios y dijo: «¿Qué monumento es este qué veo?» Los hombres de la ciudad le dijeron: «Es la tumba del hombre de Dios que vino de Judá para anunciar lo que acabas de hacer contra el altar de Betel.» 23,18 El rey ordenó: «Dejen en paz la tumba, y que nadie toque sus huesos.» Y sus huesos, junto con los huesos del profeta de Samaria, no fueron tocados. 23,19 Josías hizo también desaparecer todos los santuarios de lomas de las ciudades de Samaria. Estos santuarios habían sido hechos por los reyes de Israel y solamente consiguieron el enojo de Yavé. El rey los derribó e hizo con ellos igual que con el templo de Betel. 23,20 Degolló sobre los altares a todos los sacerdotes de los santuarios de lomas que se encontraban allí, y quemó sobre los altares huesos humanos. Luego se volvió a Jerusalén. 23,21 El rey dio esta orden a todo el pueblo: «Celebren la Pascua en honor de Yavé, su Dios, según está escrito en este libro de la Alianza.» 23,22 No se había celebrado una Pascua como ésta, desde los días de los Jueces que habían gobernado a Israel, ni durante el tiempo que reinaron los reyes de Judá. 23,23 Esta Pascua tan solemne se celebró en Jerusalén en el año dieciocho del rey Josías. 23,24 Josías se conformó en todo a las palabras de la Ley escritas en el libro que el sacerdote Helquías había encontrado en la Casa de Yavé. Fue así como eliminó a los espiritistas y a los adivinos, los idolitos familiares y los ídolos, y todas esas cosas asquerosas que se veían en el país de Judá y en Jerusalén. 23,25 No hubo antes ningún rey que, como él, se volviera a Yavé con todo su corazón, con toda su alma y con todas sus fuerzas, observando toda la Ley de Moisés; ni después de él se manifestó otro que se le pareciera. 23,26 A pesar de esto, Yavé no apartó el fuego de su cólera. Estaba enojado contra Judá por todo el mal que había hecho Manasés y había declarado: 23,27 «También a Judá lo alejaré de mi presencia, como he alejado a Israel; ya no tomaré en consideración a Jerusalén, la ciudad que había elegido, ni a esa Casa de la que había dicho: Mi Nombre está en ella.» 23,28 +Lo demás referente a Josías y lo que hizo está escrito en el libro de las Crónicas de los reyes de Judá. 23,29 En esos días pasó el faraón Necao, que iba a juntarse con el rey de Asur. El rey Josías salió a su encuentro, pero Necao lo mató en Meguido, en cuanto lo vio. 23,30 Sus servidores trasladaron en carro su cadáver desde Meguido hasta Jerusalén y lo sepultaron en su sepulcro. Entonces el pueblo tomó a Joacaz, hijo de Josías, para ungirlo y hacerlo rey en lugar de su padre. Los hijos de Josías 23,31 Joacaz tenía veintitrés años cuando comenzó a reinar y reinó tres meses en Jerusalén. Su madre era Jamital, hija de Jeremías de Libná. 23,32 Hizo lo que desagrada a Yavé, imitando a sus padres. 23,33 El faraón Necao encadenó a Joacaz en Riblá, en el país de Jamat, porque no quería verlo reinar en Jerusalén. Luego impuso al país una contribución de cien talentos de plata y diez de oro. 23,34 Y puso por rey a otro hijo de Josías, Elyaquim, como sucesor de su padre, y le cambió el nombre en Joaquim. En cuanto a Joacaz, lo tomó y lo llevó a Egipto, donde murió. 23,35 Joaquim entregó la plata y el oro al faraón y, para pagar esa contribución que el faraón exigía, impuso una tasa a todo el país. Cada uno tuvo que pagar su cuota según lo que poseía. Así Joaquim cobró de todo el pueblo el oro y la plata que debía dar al faraón. 23,36 Joaquim tenía veinticinco años cuando comenzó a reinar y reinó once años en Jerusalén. Su madre era Zobida, hija de Pedaías, de Ruma. Hizo lo que desagrada a Yavé, imitando a sus padres. Los caldeos sitian y toman Jerusalén 24,1 24,2 En esos días, Nabucodonosor, rey de Babilonia, invadió el país, y Joaquim le fue sometido por tres años, después de los cuales se rebeló. Yavé envió contra Joaquim bandas de guerreros caldeos, de arameos, de moabitas y de amonitas; los envió contra el país de Judá para arruinarlo según la palabra que había dicho por boca de sus siervos los profetas. Todo esto ocurrió solamente por orden de Yavé. Quería arrojar al pueblo de Judá lejos de su presencia por los pecados de Manasés, 26 Comment: Josías, el rey reformador, muere víctima de un error político. Desde siglos atrás, Israel estaba estrechado entre Egipto y Asiria o Asur, siendo esta última la nación más brutal y cruel de ese tiempo. Cuando en esos años, Babilonia empezó a destruir el poder asirio, el Faraón, inquieto ante el dinamismo de este nuevo «grande», quiso ayudar a la debilitada Asiria, olvidando su antigua rivalidad. Josías no quiso permitírselo: la conciencia judía anhelaba la destrucción de la «nación cruel» (ver las profecías de Nahum). ¿Cómo Dios pudo permitir la muerte de Josías, el rey santo y reformador? Este fue un tal escándalo para la conciencia judía que el autor de este libro prefiere callarse. Mucho más tarde, se tratará de justificar el fin trágico de Josías por una falta suya (2 Crón 35,21). Su muerte inspira en parte la gran profecía de Zac 12,10 y el nombre de Meguido pasa a ser en la Biblia símbolo de maldición (Ap 16,16). 24,3 Librodot Librodot 24,4 24,5 24,6 24,7 Sagrada Biblia – 2 Reyes Anónimo 27 por todo el mal que había hecho y también por la sangre que había derramado, llenando Jerusalén de sangre inocente. Por todo esto Yavé no quiso perdonar. Lo demás referente a Joaquim y todo lo que hizo, está escrito en el libro de las Crónicas de los reyes de Judá. Cuando murió Joaquim, su hijo Joaquín reinó en su lugar. El rey de Egipto no volvió a salir de su tierra, porque el rey de Babilonia había conquistado, desde el río de Egipto hasta el río Eufrates, todo lo que había pertenecido al rey de Egipto. El primer destierro 24,8 24,9 24,10 24,11 24,12 24,13 + 24,14 24,15 24,16 24,17 24,18 24,19 24,20 Joaquín tenía dieciocho años de edad cuando sucedió a su padre y reinó por tres meses en Jerusalén. Su madre era Nejusta, hija de Enlatan, de Jerusalén Joaquín se portó mal con Yavé, tal como lo había hecho su padre. En ese tiempo, los oficiales de Nabucodonosor, rey de Babilonia, vinieron a atacar a Jerusalén, cercando la ciudad. Nabucodonosor llegó cuando la ciudad estaba sitiada por su gente. Joaquín, rey de Judá, se rindió junto con su madre, sus servidores, sus jefes y sus funcionarios. Era el octavo año del reinado de Nabucodonosor. Este los detuvo y se llevó los tesoros de la Casa de Yavé y de la casa del rey. Además, destruyó todos los objetos de oro que había hecho Salomón, rey de Israel, para el altar de Yavé. Así se cumplió la palabra que Yavé había dicho. Nabucodonosor llevó al destierro a todos los jefes y notables, herreros, cerrajeros, a todos los hombres de valor y aptos para la guerra. Un total de diez mil fueron desterrados a Babilonia. Solamente quedó la parte más pobre de la población. También Nabucodonosor se llevó a Joaquín con su madre, sus mujeres y los funcionarios del palacio, y toda la gente valiosa. Así todos los hombres importantes, en número de siete mil, los herreros y cerrajeros en número de mil y todos los hombres aptos para la guerra fueron deportados a Babilonia por el rey de Babilonia. El rey de Babilonia dejó como rey, en lugar de Joaquín, a su tío Matanías, cambiando su nombre por el de Sedecías. Sedecías tenía veintiún años de edad, y reinó en Jerusalén durante once años. Su madre era Amital, hija de Jeremías de Libná. Hizo el mal a los ojos de Yavé, igual como lo había hecho Joaquín; así se iba preparando el castigo de Yavé contra Jerusalén y Judá, hasta que los echó lejos de su presencia. Los caldeos toman y destruyen Jerusalén 25,1 25,2 25,3 25,4 En el noveno año del reinado de Sedecías, el día diez del décimo mes, vino Nabucodonosor con todo su ejercito contra Jerusalén y acampó alrededor de la ciudad, cercándola con una empalizada. La ciudad estuvo cercada hasta el año once. El día nueve del cuarto mes de este año once, el hambre se hizo sentir muy fuerte en la ciudad y faltó el pan para la gente del pueblo. Entonces hicieron una abertura en el muro de la ciudad, y todos los hombres de guerra huyeron de noche por el camino de la Puerta, entre los dos muros de la quinta del rey, pasando a través de los caldeos. Y se fueron por el camino de la estepa. Las tropas caldeas persiguieron al rey, dándole alcance en los llanos de Jericó. Entonces todo su ejército se dispersó. Capturaron al rey y lo llevaron a Riblá, donde Nabucodonosor lo sometió a juicio por traidor. Los hijos de Sedecías fueron degollados a su vista, y a él le sacó los ojos, encadenándolo con una doble cadena de bronce para llevarlo a Babilonia. El día siete del quinto mes del ano diecinueve del reinado de Nabucodonosor, uno de sus oficiales, Nebuzaradán, jefe de la guardia, entró en Jerusalén. Incendió la Casa de Yavé, la casa del rey y todas las casas de los poderosos. Y las tropas de la guardia caldea demolieron las murallas que rodeaban la ciudad. Nebuzaradán hizo salir lo que quedaba de los habitantes de Jerusalén y los que durante el sitio se habían pasado a los caldeos. Solamente dejó una parte del pueblo, los más pobres, para trabajar las viñas y la tierra. Los caldeos rompieron las columnas de bronce, las bases y la pileta de bronce de la Casa de Yavé, llevándose todo el bronce a Babilonia. 27 Comment: La destrucción del reino de Judá se hace en dos etapas: - 598 antes de Cristo. Acaba de morir Joaquim. En la ciudad sitiada, su hijo Joaquín se rinde. Primer destierro a Babilonia de las élites del país. Los caldeos (los hombres de Babilonia) imponen a Sedecías como rey. - 587. Sedecías se rebela contra los caldeos; éstos vierien a destruir Jerusalén, así como su Templo. Segundo destierro a Babilonia. La Biblia afirma que esta destrucción, como la de Samaria, no habría sucedido, porque Dios es fiel a su alianza, sin una acumulación de faltas y rebeldías. Hasta los últimos momentos, todo podía salvarse si el rey Sedecías hubiera escuchado las advertencias del profeta Jeremías (Jer 38). Por otra parte, contra toda esperanza, la nación judía va a renacer de sus cenizas setenta años después de su destrucción. La historia nos muestra que los grandes imperios: Heteos, Asirios, Caldeos, desaparecieron definitivamente; solamente se encuentran sus estatuas en los museos y sus archivos desenterrados después de treinta siglos de total olvido. Al contrario, el pueblo de Judá volverá a su tierra. Purificado por la prueba y alentado por los profetas, volverá en busca de una Nueva Alianza con su Dios, más sincera e interior. Volverá del destierro guiado por Zorobabel, descendiente del rey Joaquín y antepasado de Jesús. 25,5 25,6 25,7 25,8 25,9 25,10 25,11 25,12 25,13 Librodot Librodot Sagrada Biblia – 2 Reyes Anónimo 28 Saqueo de Jerusalén y segunda deportación 25,14 Asimismo se llevaron los calderos de bronce, las paletas, los cuchillos, las cucharas y todos los utensilios de bronce de que se servían en la. Casa de Yavé. 25,15 El jefe de la guardia tomó los incensarios y los aspersorios y todos los objetos de oro y plata, 25,16 junto con las dos columnas, la gran pileta y las bases que había hecho Salomón para la Casa de Yavé. Todos aquellos objetos hacían una cantidad enorme de bronce. 25,17 Cada una de las columnas tenia nueve metros de altura, con una capitel de bronce encima, de metro y medio de alto; había una red de granadas en torno del capitel, todo de bronce. 25,18 Además, el jefe del ejército tomó preso a Seraías, primer sacerdote, a Safanías, segundo sacerdote, y a los tres encargados de la puerta. 25,19 Tomó también a un funcionario de la ciudad que era inspector de los hombres de guerra, a cinco de los servidores del servicio doméstico del rey, que se encontraban en la ciudad, al secretario del jefe del ejército, encargado del alistamiento de los Ciudadanos, y a sesenta Ciudadanos más que se hallaban en la ciudad. 25,20 A todos éstos Nebuzaradán, jefe del ejército, los tomó y los llevó a Ribla, donde el rey de Babilonia. 25,21 El rey de Babilonia los ejecutó en Ribla en el país de Jamat. Entonces fue desterrado Judá, lejos de su tierra. Godolías, gobernador de Judá 25,22 Al pueblo que quedó en la tierra de Judá y que Nabucodonosor, rey de Babilonia, había dejado, le puso por gobernador a Godolías, hijo de Ajicam, hijo de Safán. 25,23 Todos los jefes del ejército y sus hombres supieron que el rey de Babilonia había puesto por gobernador a Godolías y fueron donde él a Mizpa: Ismael, hijo de Netanías, Jojanán, hijo de Careaj; Seraías, hijo de Tanjumet el netofita; Jazaníás, hijo de Macati, ellos y sus hombres. 25,24 Godolías les declaró con juramento a ellos y a sus hombres: «No teman estar al servicio de los caldeos, quédense en el país y sirvan al rey de Babilonia, y les irá bien.» 25,25 Pero en el séptimo mes, Ismael, hijo de Netanías, hijo de Elisama, que era de la familia del rey, vino con diez hombres y mataron a Godolías, así como también a los judíos y caldeos que estaban con él en Mizpá. 25,26 Entonces todo el pueblo, desde el más pequeño al más grande y los jefes del ejército, huyeron a Egipto por temor de los caldeos. 25,27 En el año treinta y siete de la deportación de Joaquín, rey de Judá, en el mes decimosegundo, el día veintisiete, Evil-Merodac, rey de Babilonia, el mismo año que comenzó a reinar, tuvo compasión de Joaquín y lo sacó de la cárcel. 25,28 Le habló con amistad y le dio un trato superior al que daba a los demás reyes vencidos que tenía con él en Babilonia. 25,29 Joaquín se quitó tos vestidos de la cárcel y durante el resto de su vida comió todos los días en presencia del rey. Le dieron constantemente lo necesario para vivir, de parte del rey, todos los días de su vida. 28 Librodot Page 2: [1] Comment Librodot.com INTRODUCCION El segundo libro de los Reyes sigue contemplando la decadencia Progresiva de los dos reinos del norte y del sur, Israel y Judá. Sería un error, sin embargo, pensar que la nación prosperó, al comienzo, porque tenían reyes buenos y justos, David y Salomón, y que, después, los malos reyes lo echaron todo a perder; o que el pueblo judío que fue arruinado por los caldeos era más pecador que los contemporáneos de David. Al leer atentamente, nos damos cuenta que el autor del libro no juzga con la misma severidad a los próceres del reino y a sus sucesores. ¿Acaso Jeroboan II, que restableció un Israel próspero e independiente y le aseguró cuarenta años de paz, era inferior a Salomón? ¿Acaso era menos creyente? Sin embargo, el primer libro de los Reyes se complace en describir el lujo y la grandeza de Salomón, cosas muy materiales en definitiva, mientras que el, segundo no dedica más que un párrafo a Jeroboam II,como si el hecho de tener otro templo que el de Jerusalén condenara a priori toda su obra. Se debe ver en esto la pedagogía de Dios que, al comienzo, entusiasma a su pueblo con la posibilidad de conquistar independencia y prosperidad, y porque estos hombres están en el momento historico en que deben realizar esta conquista, Dios no les muestra todos los aspectos negativos de lo que están haciendo; no insiste en los defectos de Salomón o en la vanidad de su lujo. Pero, mas tarde, Dios invita a su pueblo a que miren con espíritu critico mientras el gran ensueño del reino de Salomón se va desvaneciendo, les enseña a buscar otra conquista más duradera e importante, que es la del Reino de Justicia. Todo esto vale para nosotros. Hay momentos en que se debe emprender y construir sin detenerse en todos los riesgos, de la obra; y también hay momentos en que se debe comparar el proyecto con la realidad, para reconocer que, con todos nuestros esfuerzos, no hemos conseguido el Reino de Dios. Page 2: [2] Comment Librodot.com El fin de Elías es un último testimonio al Dios que vive y que da vida al hombre. Elías, el profeta solitario, parece vivir en las alturas, lejos de la corrupción de los hombres. Por eso Dios no deja que muera como los demás. Al varón de Dios no se le recordará como un muerto; nada, ni siquiera la muerte, puede vencer al que ardió de amor celoso por Yavé, su Dios, y que peleó por él solo. Elías subió al cielo en un remolino. Cuando el libro dice que Elías fue arrebatado al cielo, no hay que insistir sobre esta imagen “subir” (lo mismo que para la Ascensión de Jesús). La gente de ese tiempo creía que Dios vive en las alturas. Y Dios, que habla a la gente de cada siglo según sus ideas, quiso que Elías desapareciera visiblemente, como llevado al cielo. Padre mío, carro de Israel y sus caballerías. La exclamación de Eliseo se explica por el pasdo de Israel. Frente a sus adversarios cananeos que tenían carros de guerra y caballos, los israelitas, mal equipados, ponían su confianza en Yavé, que era la única fuerza de los suyos y, para ellos, hacía las veces de carro sy caballerías. Eliseo ve desaparecer al que era símbolo vivo de la presencia y la fuerza de Dios en medio de Israel. La extraña desaparición de Elías alentará a los judíos que esperan una venida triunfante de Yavé para empezar el reino definitivo. Entre los judíos nace la convicción de que Elías volverá a ese momento y preparará la venida de Yavé (ver Sir 48,1 y Mal 3,32). Ver al respecto la palabra de Jesús (Mc 9,12). La Biblia nos deja inciertos sobre la suerte de Elías, después de la muerte. De esta manera, prepara el anuncio de la resurrección de Jesús y la fe de la Iglesia en la Asunción de María su madre. Page 6: [3] Comment Librodot.com La curación de Naamán ocupa un lugar especial entre los milagros de Eliseo. Fácilmente descubrimos en ella como una figuración anticipada del Bautismo, que nos purifica del pecado. Naamán, por general y famoso que sea, no puede nada contra la lepra. Quiere renovarse, dejando su piel contaminada, y se le ofrece una esperanza: en Israel se producen tales milagros. La muchachita dijo a su patrona. Todo empieza con la palabra de una muchachita, sirvienta de Naamán. Del mismo modo, cualquier creyente en el tiempo actual tiene muchas oportunidades para decir la palabra o hacer el gesto pequeño del cual resultará mucho bien y para orientar hacia «Israel», la Iglesia, al que busca remedio. La Buena Nueva no se comunica y difunde solamente por obra de grandes, apóstoles. Naamán es del país de Aram, enemigo de Israel. Sin embargo, viene recomendado por su rey. Su enfermedad los lleva al uno y al otro a que superen las rivalidades de pueblos. En el Evangelio (Lc 4,27), Jesús señala la curación de este extranjero con preferencia a todos los leprosos de Israel, como una prueba de que Dios se interesa por todos y no solamente por los que son oficialmente sus fieles. Eliseo mandó a un mensajero. Ante el profeta, el generalísimo no es más que cualquier hombre. No hay privilegios para él, ni atención especial en consulta privada. Ya que no bajó de su carro, tampoco se anticipará Eliseo a saludado. Ve y lávate. Naamán esperaba algo como «mágico»: gestos o palabras cargados de poder divino. Su curación. vendrá sin embargo del simple contacto con las aguas que corren en la tierra de Dios. Israel es una nación muy pequeña, pero tiene escondidas las riquezas del Señor. Si el profeta te hubiera pedido algo difícil, ¿no lo habrías hecho? La gente espera maravillas: él pide la simple obediencia a una palabra. Jesús procederá en igual forma (Juan 4,46). Lo importante no es hacer cosas sacrificadas, sino lo que Dios pide. Muchas veces, pasamos al lado de su Reino porque queremos realizar grandes esfuerzos, en vez de hacer las cosas sencillas que él pide. La curación es gratuita. El tesoro fabuloso que trajo Naamán no sirve de nada. Yavé es quien da, y no cobra ni quiere que le paguemos. Solamente que, si descubrimos su misericordia, le devolvamos amor por amor. Acompañaré a mi rey al Templo de su Dios Rimón. Naamán sabe ahora que no hay más Dios que el de Israel. Pero no puede salirse del mundo en que vive, donde se honran otros dioses. La respuesta de Eliseo indica la comprensión de Dios ante estas situaciones. La misma comprensión con los hombres de buena voluntad que tienen otras religiones se expresa en algunos textos del Génesis y del Exodo que fueron escritos precisamente por profetas de los mismos grupos que rodeaban a Eliseo: ver Gén 20,1-7 y Ex 18,1-20. Naamán figura al adulto de buena voluntad infectado por esa enfermedad incurable que es el pecado, y que viene a la Iglesia para pedir su salud. Es el hombre que viene de muy lejos a la Iglesia, porque descubre que en ella hay una fuente de vida escondida. El agua del bautismo no actúa por sí sola. Su eficacia viene de que por ella entramos al pueblo de Cristo, la Iglesia. Page 20: [4] Comment Librodot.com Empieza la última parte de los libros de los Reyes: la historia del único reino de Judá. La caída de Samaria y la desaparición del reino del norte alientan una renovación religiosa en el del sur. Ezequías hizo lo recto a los ojos de Yavé. Es el momento en que el profeta Isaías está presente junto al rey Ezequías (716-687 antes de Cristo). Si bien éste no alcanzó, ni mucho menos, la fe de David, se dedicó a promover la fidelidad a Yavé. Suprimió los santuarios de lomas: Aquí notamos el esfuerzo de los reyes de Judá para que no hubiera otro lugar de culto que el Templo de Jerusalén. Pues en los numerosos santuarios de la provincia, la gente iba a ofrecer sus sacrificios a Yavé en condiciones tales que, ordinariamente, se mezclaban muchas prácticas paganas. Al destacar el monopolio del Templo de Jerusalén, donde sacerdotes y levitas más instruidos vigilan la pureza de la fe, Ezequías favorece la reforma de la religión. Respecto a la serpiente de bronce que Ezequías destruyó, ver Núm 21,3. También es cierto que llegaron del norte numerosos sacerdotes y levitas fugitivos. Varios de ellos habían procurado mantener la fe de Yavé y la unidad religiosa. Llevaban consigo libros sagrados y numerosas tradiciones antiguas sobre Moisés y el pasado de Israel. Este aporte iba a ser de suma importancia, tanto para la redacción de la Biblia como para la reforma de Josías, un siglo más tarde (2 Reyes 22). En el año 701 (antes de Cristo), Senaquerib sitia a Jerusalén, y Ezequías debe pagar un fuerte rescate para alejarlo. En ese momento se ubica la enfermedad de Ezequías, relatada en el capítulo 20. A partir de 18,17 y hasta el fin del capítulo 19 hallamos el relato de la liberación milagrosa de Jerusalén. En realidad hay dos relatos que corresponden posiblemente a dos liberaciones sucesivas con ocasión de dos invasiones asirias. Page 20: [5] Comment Librodot.com En el 701, de Laquis, el rey de Asur, envía a sus generales para exigirle a Ezequías que se rinda. Pero tiene que volver a su país y no puede cumplir sus amenazas. Este relato está en 18 17-19, y se concluye en 19,36-37 En el 690, nueva intervención contada en 19,9-35. Esa vez «salió el ángel de Yavé y mató en el campamento asirio a ciento ochenta y cinco mil soldados». El célebre historiador pagano Herodoto relata el aniquilamiento súbito de este ejército por una epidemia de peste. ¡Qué acontecimiento más natural! Y, sin embargo, en el momento en que la Ciudad Santa iba a caer y en que, por lo tanto, las promesas de Dios parecían fallar, algunos ratones llevan el virus mortífero: el autor de la Biblia no se equivoca al ver en ello una manifestación de Dios: Jerusalén fue liberada como lo había anunciado Isaías. Estos dos capítulos están reproducidos casi en los mismos términos en el libro de Isaías cap. 36 y 37. Por eso destacamos aquí solamente el relato de la primera liberación y, en Isaías 37, se destaca el de la segunda liberación. Hagan las paces conmigo y pónganse a mi servicio. El rey de Asiria propone la paz con esta condición: que los habitantes de Jerusalén sean desterrados. Esto significa para los judíos perder su vida nacional y religiosa, al ser dispersados en otros pueblos. También significa que se quita el poder a los descendientes de David y, según las ideas de este tiempo, Yavé ha sido vencido por los dioses del conquistador. Por estas razones, Yavé va a actuar. Estos acontecimientos nos invitan a creer en la ayuda de Dios. Cuando se ha comprometido a actuar, no puede faltar si no nos cansamos de esperar en él. Jerusalén queda inviolada, contra todas las esperanzas humanas. Es la imagen del dirigente al que han querido derribar a causa de su honradez y que se mantiene. Es el estudiante que permanece firme, a pesar de que sus compañeros se burlan de su fe. Son los jóvenes que viven puros en un ambiente sin moralidad. Es la Iglesia reducida a unos fieles y aparentemente vencida por las fuerzas políticas, pero siempre vencedora.